Curiosa historia. Yo estacionaba mi falquiton a la
vuelta de mi casa. Vivíamos en un departamento antiguo, amplio, tipo casa,
sobre Riobamba, en la misma manzana del hotel Bauen. El garaje está sobre
Sarmiento. Muchos años entrando y saliendo. Siempre vi una masa oscura en un
rincón lejano de la planta baja. Un día le pregunté al encargado, me alcanzó
una linterna y me dijo... vaya y vea.
Vi. Asombrado. Un Ford A 1929, lleno de esa pelusa
grasienta que vuela en los garajes y que protege de la corrosión a cualquier
chapa. El tapizado, incluido el techo, estaba destruido. Lo demás, muy bien.
Ojo de buen cubero, me di cuenta rápidamente que ese auto no había sido
reciclado ni reparado, ni repintado... Todavía conservaba su pintura original,
incluso los filetes naranja que un tipito, en la Ford, le pintaba a mano,
perfectos, a pincelito.
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Ford A 1929 descansando en San Marcos Sierras. |