A mediados de los años treinta muchas empresas automotrices europeas buscaban tener
un auto popular. Un auto económico,
utilitario y con ciertas prestaciones que fueran masivos para la población. Así
nacieron varios autos que sobrevivieron muchas décadas. Esto comenzó antes de
la Segunda Guerra Mundial y se
terminó de afianzar luego de terminado el conflicto bélico. Dentro de ese grupo
de automóviles está el Topolino
(ratoncito), y así fue llamado por el pueblo, que construyó la empresa turinesa
Fiat.
Dibujo de un Fiat 500A más conocido como Topolino. |
Los directivos de Fiat, a principio de la década
del treinta, llama a concurso a sus
empleados para la construcción de un automóvil que tenía que ser un pequeño
auto sport, utilitario para uso diario, un segundo auto para las esposas y un
auto de carga para el campesino italiano. Estas encontradas condiciones hacían
casi imposible de concretar ese auto económico. Pero alguien lo lograría.
Ese alguien fue Dante Giacosa quien para comenzar con el diseño del Fiat 500A, tal su denominación oficial,
dibujó, con tiza, en el piso de su lugar de trabajo un rectángulo de 1,80 por 1 metro. Ahí calculó que ese
espacio sería lo suficiente cómodo para albergar a dos personas, su equipaje y
la mecánica necesaria para llevar a ese vehículo nuevo a unos 80 kilómetros por hora.
Varias de las soluciones de Giacosa fueron miradas
de costado por los capitostes de la Fiat. Si bien el motor de cuatro cilindros en línea de una
cilindrada de 570 centímetros cúbicos
con una potencia de 13 HP a 4.000
revoluciones por minuto con un compresión de 6,5:1, no era nada raro con sus válvulas y árbol de levas
laterales. Lo raro el tamaño de su radiador y su ubicación.
Porque el motor del Topolino estaba invertido en el sentido de marcha, como
los viejos motores Renault de
principios del siglo XX. Es decir que el radiador estaba cerca del parabrisas
del auto. Pero lo otro raro para los años treinta, y en un auto económico, era
su suspensión delantera independiente. Suspensión que no era una novedad, ya
varios constructores europeos la habían montado en sus automóviles. Recordemos,
solo dos, como ejemplo: el Lancia Lambda
del año 1922 o el Citroën Traction
Avant del año 1934. Ahora uno de los problemas del motor del Topolino era
que su cigüeñal solo se apoyaba en dos bancadas. El inconveniente venía a la
hora de realizar reparaciones, sino se colocaba mal el cigüeñal a los pocos
kilómetros el motor se fundía.
En contrapartida el Topolino frenaba, venía con frenos hidráulicos, y doblaba en forma excelente con lo cual sus 87 kilómetros por hora de velocidad
máxima lo hacían divertido y ágil de manejar. Tanto que antes que estallara la
gran guerra los Topolino despuntaron el vicio del automovilismo deportivo en la
famosa Mille Miglia (Mil Millas).
Pero finalizada la guerra en Europa, en el año 1947, hordas de Fiat 500A comenzaron inundar la Mille Miglia pese a
sus limitaciones, que ciertas preparaciones llevaron a 100 kilómetros por hora la velocidad final.
El 500A
se fabricó entre los años 1936 y 1947
y luego pasaría a ser 500B y 500C este último ya con aumento de
potencia y válvulas a la cabeza. Para el año 1948 se cambia la trompa con los
faros integrados a los guardabarros delanteros. Pero en pocos años fue
reemplazado, primero por la aparición del Fiat
600, en el año 1955, y dos años
más tarde por el Fiat Nuova 500,
ambos autos obra de Dante Giacosa.
El Fiat Topolino ha quedado inmortalizado en los
últimos años de este siglo XXI gracias al personaje de la película “Cars 2”, el Tío Topolino con los clásicos colores rojo y negro para los
guardabarros y estribos. Un homenaje a un auto que motorizó a Italia que
gracias a un dibujo de Rubens Couso
aparecido en la revista Parabrisas
número 79 de julio de 1967, hace exactamente 48 años atrás, hoy pudimos conocer un poco más de cerca. Pero claro
no será la primera y la última vez que hablemos de este famoso automóvil
italiano.
Mauricio
Uldane
Editor de
Archivo de autos
Archivo de
autos es armado en un ciber por falta de recursos económicos ya que no cuenta
con financiación de ningún tipo.
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