Hemos visto como Felice Nazzaro era uno de los mejores pilotos europeos de
principios del siglo XX. En especial en el equipo F.I.A.T. donde era compañero de equipo de Vincenzo Lancia, que luego se dedicaría a la construcción de
automóviles con su apellido como marca. Nazzaro haría lo mismo pero sin la
suerte comercial de Lancia.
Un chasis Nazzaro. |
Felice Nazzaro se inició en la mecánica siendo un joven de quince años en el taller de Giovanni Ceirano, otro apellido
italiano ligado a la industria automotriz. Lo haría en el taller que la empresa
Ceirano tenía en la ciudad de Turín
y fue en el año 1896. La industria
automotriz comenzaba a dar sus primeros pasos y Nazzaro lograba desentrañar los
secretos de la mecánica.
Nazzaro no solo fue un piloto brillante sino que
además conocía las máquinas que piloteaba como pasó en el circuito de Brooklands en Gran
Bretaña, donde se lo vio reparar su auto en vías de batir un récord. Solo
él desarmó y armó su auto para poder realizar la prueba.
Desde un principio Nazzaro tuvo la intención de
construir su propio auto. Una de las
personas que lo instó a realizar el proyecto fue el mismísimo presidente de la
F.I.A.T., Giovanni Agnelli. Y así lo
hizo. Para acometer la empresa de fabricar sus propios automóviles se asoció
con Fabry que se encargaría de la parte contable y Nazzaro de la parte mecánica.
Corría el año 1911 cuando se
concretó la empresa y abrió un pequeño taller en la ciudad de Turín.
En un principio Nazzaro construyó su auto pieza por pieza, para luego
supervisar la calidad de los materiales que se usaban en la construcción de los
autos que llevaban su apellido como marca. Más tarde sugirió las modificaciones
que se le debían realizar a los autos de
carrera de la marca.
El apellido de Nazzaro, dada su popularidad y
prestigio, fueron la mejor publicidad para que le llovieran pedidos de
automóviles. Tantos fueron que se vieron desbordados y pronto el pequeño taller
inicial quedó chico. Debieron mudar la
planta a un establecimiento más grande ubicado en la Via Peschiera 250 y eso fue en 1912,
un año más tarde de dar inicio a las actividades constructivas.
Para el año 1913
los autos Nazzaro participaron de los Salones
de París y Londres y en ese momento muchas agencias de distintos países se
ofrecieron para ser representantes de la marca. Pero Nazzaro tocaría el cielo
con las manos cuando pudo competir con un auto de carreras, fabricado por él
mismo, en una prueba en Europa.
La carrera fue la Targa Florio-Vuelta de Sicilia y esto le trajo muchas críticas.
Muchos consideraban demasiado audaz que un piloto corriera su propia creación.
Lo consideraban un desafío, pero lo que escondía era una alta cuota de envidia.
Lo que se decía que estaba poniendo su renombre en juego. Y vaya que lo hizo,
tanto que redobló la apuesta.
Terminó de poner a punto su auto de carrera a último momento y presentó una sola
máquina, que tuvo su ensayo previo en el viaje
de Turín a Nápoles, en el sur de Italia. Un riesgo total, pero logró
demostrarle al mundo que podía hacerlo y salir airoso.
Tanto que largando la Targa Florio de los últimos puestos logró adelantarse a
marcas famosas y ponerse al tope de la carrera. Llegó primero y con una gran
ventaja sobre sus seguidores. Su técnica conductiva hizo el resto y logró un resonante triunfo en Sicilia. Encima de
eso el dinero obtenido por su primer puesto lo donó al Hospital de Niños. No en vano lo llamaban “el señor del volante”.
Pero una persona de ese espíritu no podía tener
éxito en el duro mundo de la industria automotriz y para 1915 tuvo que cerrar su planta y regresar a trabajar para la F.I.A.T. Luego de finalizada la Primera Guerra Mundial volvió a reabrir
su fábrica de automóviles pero esta vez mudada a la ciudad de Florencia. Los tiempos se habían puesto
mucho más difíciles y para el año 1923
cerró definitivamente su fábrica y nuevamente regresó a la F.I.A.T.
Fue una lástima que no tuviera éxito porque sus
automóviles parece ser que valían la pena. En el viejo folleto que ilustra esta nota vemos un chasis Nazzaro, una práctica habitual en aquellos años donde los
fabricantes proveían en las partes mecánicas, pero no sus carrocerías. Habría
que esperar hasta entrada la década del
veinte para que el auto saliera completo de la mayoría de las empresas. Eso
vendría con la fabricación en serie y el abandono definitivo de la etapa
artesanal en el armado de los automóviles. El viejo folleto fue tomado de la Enciclopedia Autorama editada en Argentina en el año 1968.
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Mauricio
Uldane
Editor de
Archivo de autos
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