Había
un profesor de educación física, llamado René, que vivía enfrente de mi casa en
la calle Galileo, en el barrio de Recoleta en la ciudad de Buenos Aires. René
era propietario de un viejo Citroën 2 CV que estacionaba en la calle. René era
amigo de mi padre, del barrio. Un tipo bastante bohemio, como verán en este
relato que les presento.
Un Citroën 2 CV parecido al de René. |
Durante
los tres meses de verano, René, se iba en su Citroën al balneario de Santa
Clara del Mar, cerca de la ciudad de Mar del Plata en la provincia de Buenos
Aires. Se iba para allá porque trabajaba de guardavidas para el municipio.
Además paraba en la casa que su madre tenía en Santa Clara del Mar.
En
el mes de marzo retornaba a Buenos Aires, a bordo de su 2 CV, para empezar el
nuevo ciclo lectivo. Como siempre su auto dormía en la calle Galileo. Al tiempo
de volver al barrio, mi padre notó que el Citroën de René no estaba, como
siempre, en la calle. Así que cuando lo vio le preguntó si lo había vendido.
“No,
Lorenzo, se me fundió en Santa Clara” fue la respuesta de René. “Y ahora como
lo vas a traer” inquirió mi viejo, que no podía creer la tranquilidad de René.
“No lo voy a traer, por ahora” contestó. “Le saqué el motor, lo metí en un
bolso grande y lo traje junto conmigo en el micro” fue la descripción que oyó
mi padre de boca de René.
Mi
viejo ha sido, es y será muy cuidadoso con los autos que ha tenido a lo largo
de su vida. Así que no terminaba de comprender la actitud de René. “Cuando
tengas el motor listo ¿qué vas hacer?” le preguntó luego de salir del asombro.
“Lo mismo que hice para traerlo” respondió tranquilamente.
Así
hizo, el viaje desde Santa Clara del Mar le sirvió para asentar el motor del 2
CV, recién rectificado. Después de reparado el Citroën se fue a Bariloche de
vacaciones, imagino que durante el invierno. Así era René un tipo que se tomaba
las cosas con mucha tranquilidad.
Una
vez vino de visita a la casa de mi abuela paterna en San Miguel. Cuando se baja
del 2 CV mi viejo nota que no tiene asiento de conductor. Venía manejando sobre
un balde de plástico que estaba rajado. “René qué le pasó al asiento” preguntó
mi padre. “Hace meses que se me rompió. Se desoldó todo” respondió como siempre
con su tono cansino.
Mi
viejo tenía, por casualidad, un asiento de un 2 CV que se lo colocó. Así que
vino sentado en un balde y se fue sentado en un asiento como Citroën manda. Mi
padre estuvo mucho tiempo sin concebir como podía manejar en esas condiciones. Por
supuesto que no pasaba el más mínimo control de seguridad vial.
René
tenía como diversión navegar en kayak. El cual, dado vuelta, llevaba hasta
Santa Clara del Mar, sobre el techo, para usarlo durante los tres meses de
verano. Imagino a René viajando por la vieja Ruta 2 rumbo al sur en su Citroën
2 CV y en el techo un kayak dado vuelta.
Mi
padre nacido y criado tierra adentro de la provincia de Buenos Aires, lo más
cerca de una gran extensión de agua, que había estado, era alguna de las
lagunas bonaerenses. Un día de esos se lo cruza a René que lo invita a navegar
en el kayak. Creo que mi padre se erizó como un gato cuando ve a un perro.
La
invitación de René consistía, en un fin de semana, cruzar en el kayak el Río de
la Plata , hasta
la ciudad de Carmel, en el vecino país de Uruguay. Creo que mi padre ha tenido
pesadillas con la idea de viajar en tandem, metido en una embarcación donde el
agua está más cerca de lo que uno se pueda imaginar.
Para
sacárselo de encima mi padre le dijo “no se nadar”. “No importa, cuando el
kayak se da vuelta, con los remos lo enderezamos” le respondió René. Esa imagen
persiguió un tiempo a mi viejo. Una vuelta campana en un kayak es algo habitual,
pero mi padre no podía asimilarlo.
René
era un tipo bohemio como les conté al principio de este relato, creo que con
algunas pinceladas se habrán compuesto la personalidad que tenía este hombre,
que era bueno, solo un poco disperso, nada más.
Mauricio Uldane
René era un groso!!!!!! Me imagino el motor en el bolso, eso solo ocurre si uno tiene un 2CV...
ResponderBorrarSaludos!!!!!
¡Por supuesto! Imagínate un motor nuevo en el bolso grande. Impensado.
BorrarSolo se puede hacer esto si la mecánica es simple y noble. Y por supuesto de la más rancia estirpe utilitaria.
Saludos.
Interminable auto, todos los citroën bicilindricos tienen estas anecdotas locas, bizarras, fuera de lo común, estrafalarias, que son únicas y te hacen querer tanto pero tanto al auto...
ResponderBorrarEl 2CV estará en nuestros corazones por siempre. Se lo puede amar u odiar.
BorrarPero seguro que nunca te dejará a pie. Con un poco de mecánica ligera podías arreglarlo en cualquier lugar.
Un auto super utilitario lo mires por donde lo mires.
Grande René !!!!!!! Un ídolo total. Es cierto, el Citroen daba para todo.
ResponderBorrarMuy lindo relato.
Saludos.
F62
Solo un 2 CV te permitía hacer las locuras de René.
BorrarSaludos.
Sin ninguna connotación peyorativa René se gana el cariño por lo estrafalario y esa hermosa máquina que siempre generó amores!
ResponderBorrarEl relato Mauricio me hizo transportar a la década del 60/70 e imagino el asombro de tu Padre mas que nada por el viaje en kayak. Un abrazo.
Me alegro que visualizaras a René. Realmente era un personaje.
BorrarGracias por la lectura.
Abrazo.