sábado, 28 de noviembre de 2015

Steve McQueen, Le Mans “La película” y los Lola MK 3 GT de 1967

Lola Cars (o también Lola Cars International o simplemente Lola) es una empresa de automóviles de competición fundada por Eric Broadley con sede en Huntingdon, Inglaterra. Lola es uno de los nombres más conocidos en el ambiente del automovilismo, considerada como un ejemplo de originalidad, eficiencia, funcionalidad y en todos los casos belleza.

Lola 70 Mk 3 GT del año 1967.


Debe su nombre a una curiosa historia, cuando Broadley construyó su primer auto, estaba de moda la comedia musical “Damned Yankees”, en cuyos números intervenía un personaje llamado “Lolita banana”, en una escena en especial de la obra cantaba una hermosa canción “Wathever Lola Wants, Lola gets” (Lo que Lola quiere, Lola lo consigue), al escucharla, Broadley quedó sorprendido por el nombre y la letra entonces pensó que Lola era el nombre ideal para lo que él pretendía, como así también para el espíritu de su marca.

Si bien tuvo un paso con poco éxito en la Fórmula 1 desde la década del 60, en colaboración con varios equipos como Honda, Embassy Hill, Force, Larrousse, Scuderia Italia y finalmente el propio en los años 90, Lola fue considerada como uno de los mejores proveedores de chasis de Gran Turismo, con sus diseños integrales como el Lola MK3 T70 y sus varias versiones exitosas en el Campeonato Mundial de Resistencia o en la Serie Can-Am y en cooperación con otras marcas como por ejemplo Ford en el diseño del famoso GT 40.

El Lola MK3 GT T70 fue uno de los autos más populares a mediados y finales de la década del 60, desarrollado a finales de 1965 en Gran Bretaña, llegó al éxito en forma temprana en el Gran Premio de Monterrey en el circuito de Laguna Seca Raceway en manos de Juan Mecom con un motor Ford. Para 1966 su versión de Can-Am con motor Chevrolet gano 5 de 6 carreras logrando el campeonato y para 1967 el MK3 GT T70 era un auto muy popular, con más de 100 autos en carrera en diversas categorías.

Se construyó en 3 versiones diferentes: la MK2 con techo abierto, la MK3 en versión coupe y otra MK3 similar denominada B. Es sin dudas uno de los mejores diseños de Eric Broadley, considerado antecesor del Ford GT 40, tenía un chasis monocasco construido en chapa de acero con una estructura tubular de refuerzo en la parte delantera, con suspensiones independientes con doble brazo triangular, resortes helicoidales y amortiguadores coaxiales al frente.

Como los centros de rolido resultaron muy bajos, se completaron ambas suspensiones con barras antirolido y se equipó con frenos a disco marca Girling. A los costados y para equilibrar y bajar el centro de gravedad se incorporaron dos tanques de combustible de 68 litros cada uno en los denominados pontones que estaban unidos por una plataforma, que servía para darle más rigidez torsional al chasis, y a su vez de piso del habitáculo. Estos tanques servían de alimentación a un motor Ford Fairlane, preparado por Shelby de 4.362 centímetros cúbicos y 350 HP de potencia a 5.800 revoluciones por minuto con una caja de cambios de 4 relaciones construida por Colotti.

Su carrocería, en su mayor medida de material plástico, tenía unas puertas que abarcaban casi todo el techo, al igual que el Ford GT 40 y de varios modelos de la época. Cuando la rueda de auxilio dejó de ser obligatoria al frente, los radiadores gemelos de agua y aceite pasaron a integrar un grupo único al frente del auto, la particularidad de la forma en que estaban fijados al chasis, hacía que con sólo desarmar los grupos ópticos delanteros éstos eran fácilmente desmontados, y esto sumado a los nuevos neumáticos de competición de Firestone de 9 pulgadas adelante y 10 atrás, obligaron a Broadley a realizar un rediseño aún más crítico de las suspensiones, haciendo que se perfeccionara aún más su diseño con líneas más agresivas.

La nueva reglamentación para los prototipos de esos años, obligaba a la inclusión de una rueda de auxilio trasera, por esto el 70 GT debió ser equipado con una carrocería bastante más larga para dar cabida a la mencionada rueda en la cola del auto. Si bien el auto fue concebido para utilizar motores Ford, también se lo ofreció a clientes particulares con motores Chevrolet de 5 litros y medio de 460 HP a 6.300 revoluciones por minuto con una caja Hewland LG 500 de cuatro marchas, que a posteriori fue cambiada por una de 5 relaciones.

Para la temporada de 1967 el MK 3 recibió dos importantes modificaciones, primero se adelantó el puesto de conducción, en busca de un mayor equilibrio dinámico del auto y después en asociación con John Surtees se cambió el impulsor por los Aston Martin V8 de 5 litros en los autos del equipo oficial de la categoría Sport Prototipos.

Estos motores de bajo rendimiento fueron hundiendo a la Scuadra de Broadley cuyos hermosos autos se vieron envueltos en una seguidilla de deprimentes fracasos, sólo eran competitivos los ejemplares vendidos a equipos particulares, ya que estos estaban dotados de motores Chevrolet de gran rendimiento. Pero la fama total del MK3 no se debió a los resultados deportivos o a su belleza, un ejemplar de este el SL76/141, fue vendido a la productora “Solar Production”, cuyo dueño era el actor y piloto Steve McQueen para ser utilizado en la película “Le Mans”.

Pero el destino del Lola T70 no era protagonizar la película, sino hacer de doble de un Porsche 917 en una escena de un accidente. McQueen aprovechó una oportunidad y compró 5 en total a muy buen precio, y el SL76/141 original fue “travestido”, primero pintado de amarillo con el número 11, para luego ser un Gulf-Porsche 917 y es aquí donde la historia del Lola se pone interesante.

El coche clonado sería conducido por control remoto en la escena del accidente. Ya habían utilizado este método en otra escena del rodaje de la película, en donde los Lola fueron disfrazados de dos Ferrari 512, pero el sistema de control remoto falló en ambas ocasiones, por lo que finalmente fueron lanzados  con un cañón de aire y ambas falsas Ferrari terminaron en llamas y descontroladas como pedía el libreto, quedando la escena muy realista a ojos de Steve.

Pero el equipo de rodaje no se dio por vencido y equiparon de nuevo al Lola convertido en Porsche 917 con el sistema de control remoto, totalmente convencidos de que habían resuelto los problemas anteriores. Para esta escena, el conductor del 917 se distraía con una explosión de una Ferrari, y luego viraba bruscamente para evitar encontrarse con un 911 que iba más lento… y finalmente chocar contra la barrera.

La escena al principio salió según lo previsto, el Lola T70 camuflado esquivó al 911 y chocó con la barrera según estaba previsto en el libreto, pero…, siempre hay un pero…, la antena del control remoto, ubicada en la parte izquierda trasera, se cayó. El coche fuera de control con el acelerador atascado al tope de revoluciones, siguió rebotando a toda velocidad de barrera en barrera por la curva de Maison Blanche mientras el auto se hacía añicos, el resultado de la escena era… ¡espectacular!, mucho mejor que lo esperado y todo quedó reflejado en la película por varias cámaras, (si te pica la curiosidad, la escena está en la hora y 9 minutos con 13 segundos). El coche terminó incrustado en el guarda rail y quedó allí con las ruedas traseras girando mientras el motor seguía a tope de revoluciones.

Todo el mundo dio un paso atrás y esperó que el combustible se acabase, pero el auto seguía ahí a tope, alguien había echado más combustible del que era necesario, así que después de muchos minutos seguía a full de revoluciones. Cuenta la anécdota que después de un tiempo un valiente (o más bien un insensato) se acercó a los restos del coche, buscó en el interior de la cabina destrozada y apagó el Chevrolet V8.

Pero la historia del  SL76/141 no termina ahí, en el 2013 y después de muchísimo trabajo de restauración, fue subastado por Silverstone Auction, se entregaba con el certificado de Lola Cars (empresa desaparecida a principios de ese año), historial de competición de la FIA y un pack de repuestos. Se esperaba subastarlo en unos 700 mil euros, sobre todo debido a su dueño y a su papel estelar en una de las películas más famosas de la década de 1970.

Además su restauración había sido ejemplar (motor nuevo, caja de cambios reconstruida, nuevo diferencial y la decoración “Valvoline” que utilizó), pero… la subasta quedó ¡desierta! Ahora sólo queda esperar que esta leyenda rodante regrese al lugar donde merece… las pistas de competición.

El dibujo con la transparencia del Lola 70 Mk 3 GT del año 1967 fue tomado de la revista Automundo número 96 del 7 de marzo de 1967 y que lleva la firma de Hatton.

Juan Carlos Garcia
Colaborador de Archivo de autos

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