Los volantes no fueron, en sus inicios, como los
conocemos en nuestro tiempo, en este siglo XXI. Ni siquiera tuvieron la forma
circular que ahora presentan. Para que vean cómo eran esos primeros manubrios,
una mejor definición, haremos un viaje por la historia de los volantes a través
de fotografías y dibujos.
Vemos el volante del primer
automóvil de vapor de De Dion-Bouton del año 1883. La fotografía es de la Enciclopedia Autorama del año 1968. |
En un principio los volantes no eran eso, sino que
eran palancas o manivelas o manubrios. Convivieron mezclados y recién comenzado
el siglo XX los volantes empezarán a mostrarse, dentro de los automóviles, de
forma circular. Y la madera será uno de los principales materiales con el cual
fueron confeccionados, pero no será el único en usarse.
Los primeros automóviles ni siquiera eran llamados
de esa forma, sino que se decía de ellos que eran carruajes sin caballos.
Muchos de esos primeros autos no tenían volante sino que presentaban un
manubrio de las más diversas formas. Algunos se parecían al manubrio de una
motocicleta, que ya existían a finales del siglo XIX, o tenían una forma curva
y por eso se lo denominaba “cola de vaca”. En el extremo, del lado del
conductor, presentaba una empuñadura de madera.
El Nesselsdorf 9 HP,
primera denominación de la marca Tatra, del año 1899 con manubrio tipo
motocicleta. La fotografía es de la Enciclopedia Autorama del año 1968. |
Pero también convivieron en los primeros años
volantes chicos de madera con rayos de metal con una manivela en una parte del
círculo. Algo similar a lo que presentan algunas máquinas viales o agrícolas y
es para facilitar, en alguna maniobra, dar muchas vueltas en forma más cómoda.
También hubo volantes dobles, uno encima del otro separado por un espacio.
Todos estos ubicados en forma perpendicular con el piso del automóvil
primitivo.
Más tarde, y ya entrando en el siglo XX, los
volantes se comenzaron a unificar como los conocemos, de forma circular, pero
con un tamaño mucho mayor. Esto se aprecia notablemente en los viejos autos de
carrera donde incluso esos volantes llegaron a ser de bronce con un peso
notable. Esos “volantes deportivos” podían estar recubiertos con tiras de cuero
o caucho. Así fueran de madera o metal casi siempre con cuatro rayos todos
ellos. Esos volantes fueron casi los únicos, con esa configuración, que se
usaron en todo tipo de automóviles o vehículos de carga.
Oldsmobile 7 HP Runabout
con el manubrio tipo “cola de vaca”. Este automóvil se fabricó entre los años
1900 y 1904. La fotografía es de la Enciclopedia Autorama del año 1968. |
Los primitivos camiones, con sus ruedas de goma
macizas, solían tener volantes enormes que ocupaban casi la mitad de esas
pequeñas cabinas, muchas de ellas al descubierto o con un techo de lona. La
madera fue el material más usado para confeccionar el aro que unía los rayos de
metal en aquellos primeros volantes.
Otros compañeros de esos primeros volantes fueron
el acelerador de mano y el avance del encendido. Muchos automóviles lo tuvieron
por años hasta la década del treinta. Uno de aquellos autos que tuvo estos dos
“bigotes” fue el famoso Ford A para los argentinos. Pero no solo este automóvil
de origen estadounidense los tuvo, era una condición de la mayoría de los autos
de la época.
Volante de un Ford T del
año 1922 con el acelerador de mano ubicado por debajo. La fotografía es de la Enciclopedia Salvat del Automóvil del año 1974. |
Incluso hubo intentos de poner más cosas en los
volantes como un anticipo a las funciones que cumplen en muchos autos modernos
de este siglo. Como un anticipo, en varias décadas, al avance de la
electrónica. El botón de la bocina eléctrica será otro compañero de los viejos
volantes de todo tipo y ubicado en el centro. Antes las bocinas eran de aire y
se accionaban con una pera de goma. Pero también las hubo con botón al lado del
conductor con un funcionamiento similar a una sirena.
Las columnas de dirección eran largas y
perpendiculares al piso de la carrocería en los primeros automóviles. Pero
luego comenzarían a inclinarse gradualmente. Pero los volantes seguían siendo
enormes comparados con los actuales. Era una época donde los metales nobles
estaban presentes en especial en las marcas más lujosas. Así que el bronce
estaba muy presente en esos viejos volantes.
Cambiaron los revestimientos de los volantes y
pasaron a ser más amigables con las manos de los conductores, que lentamente
dejaron de usar guantes para poder sujetarlos. Más tarde los veríamos nacarados
de diferentes colores o haciendo juego con el tapizado. ¿Se acuerdan de los
volantes de los colectivos porteños?
Para los años treinta algunas automotrices
comenzaron a colocar en la columna de la dirección la palanca de cambios. De
ahí los autos con palanca al volante que llegaron hasta la década del setenta y
luego volvieron al piso como en el principio de la industria automotriz
mundial.
Volante de un Chevrolet
Master De Luxe Sedan dos puertas del año 1938. La fotografía fue tomada en el encuentro organizado por La Barra de Clásicos de Hurlingham el 26 de abril de 2015. |
Pero también en el volante de algunos viejos
automóviles estuvo el comando de la luz de giro como en el Mercedes-Benz 170.
El mismo aro que accionaba la bocina hacía accionar las luces de giros en ambos
sentidos. Para entonces las bocinas dejaron de tener un botón central, más o
menos grande, según el volante y el auto, para pasar a ser accionadas por los
famosos aros cromados de las más diversas formas.
Fueron años donde un impacto de frente hacía que el
conductor quedara sobre el bendito aro metálico accionando la bocina. Las cosas
cambiaron un poco con el devenir de las décadas. En la gran mayoría de los
autos modernos la bocina se acciona con una palanca en la columna de dirección.
Si de palanca hablamos, sobre la columna de dirección, las hubo, y las hay,
para encender las luces, colocar la luz de giro, hacer cambios de luces o
accionar el limpiaparabrisas.
Volante de un Mercedes-Benz 170 con la luz giro en el mismo aro de la bocina. La fotografía fue tomada de Internet. |
A finales de los años cincuenta en Estados Unidos
comenzaron a colocar en el volante un botón que accionaba la velocidad crucero.
No era otra cosa que trabar el acelerador de pie a una determinada velocidad.
Por ejemplo a 100 kilómetros por hora. Dada la geografía del país del norte con
rutas de costa a costa se podía caminar kilómetros y kilómetros sin tocar el
freno para nada. Por eso inventaron ese artilugio técnico. Con el correr de los
años se volvió electrónico.
Pero no nos adelantemos a la evolución del volante.
Sin el cual no nos sería posible manejar nuestros autos. Los volantes se
hicieron más lujosos y llenos de cromados e insignias. Para los sesenta la ola
deportiva lo invadió todo y tener un volante deportivo era lo mejor que podía
tener nuestro auto. Muchos recordarán la marca Sandrini, hoy muy apreciada por
los amantes de los autos clásicos argentinos. Esta empresa proveyó de volantes
a varios modelos de autos deportivos argentinos que salían de fábrica con un
volante Sandrini.
Volante de una cupé
convertible Ford del año 1947. La fotografía fue tomada en el encuentro organizado por La Barra de Clásicos de Hurlingham el 26 de abril de 2015. |
Los italianos con sus deportivos pusieron el mejor “glamour”
a la hora de diseñar los volantes. Esos que nos vienen a la mente enseguida: de
madera con pintitas blancas y los rayos de aluminio con agujeros de diferentes
medidas. Un clásico para un auto clásico y deportivo de la Italia de los años
sesenta. En el medio el botón de la bocina con el emblema de la marca. Es como
una postal de aquellos años idos.
De aquellos volantes finos fuimos pasando a un engrosamiento
y al uso de mejores revestimientos. Con mejor agarre para usarlos sin guantes.
Porque aquellos clásicos volantes deportivos italianos eran para manejar con
guantes, en realidad mitones, de gamuza y tela perforada color blanco o crema.
En otra postal como salida de una película italiana rodada sobre una ruta de
montaña.
Volante deportivo de la
marca D.M.A. fabricados en Argentina para diversos modelos de autos nacionales.
Foto tomada de un aviso publicado en la revista Parabrisas número 82 de octubre de 1967. |
Comenzaron a aparecer materiales sintéticos con
acolchados que nos daban mayor seguridad en el agarre del volante. Más confort
de marcha al ser de un mayor espesor el aro. Aro que ya había dejado de ser de
madera para pasar al acero recubierto de diferentes materiales.
Junto con el engrosamiento del aro los centros
comenzaron a ser más anchos y con acolchados para amortiguar el golpe en caso
de colisión. También desde los setenta muchos automóviles, en especial los de
lujo, trajeron volantes regulables en altura. En especial la marca Cadillac
pionera en este tipo de adelantos de confort. Luego esto terminaría de bajar a
modelos más baratos. Más tarde se pudo regular no solo la altura, sino la
profundidad del volante.
Volante de la cupé BMW 628
CSi del año 1983. La fotografía esta tomada de un folleto de la empresa BMW AG de febrero de 1983. |
En realidad la que se movía era la columna de
dirección. Dicha columna comenzó a ser de seguridad, dividida en varios tramos,
para no clavarse en el pecho del conductor. Desde los setenta comenzaron a
colocarse, en prototipos, bolsas de aire, o air bags, dentro de los enormes
volantes. Una de las empresas pioneras en este elemento de seguridad pasiva fue
Daimler-Benz. Para la década siguiente las grandes marcas europeas adoptaron el
air bag para el conductor. Lo mismo pasó con las marcas estadounidenses. La
seguridad pasiva y activa había dejado de ser para prototipos y se comenzó a
aplicar en autos de calle.
Desde mediados de la década del ochenta la
electrónica tomó por asalto al automóvil y el volante no podía ser la pieza
mecánica excluida. Control de velocidad, temperatura del habitáculo y hasta los
controles de la radio tuvieron, y tienen, sus botones en los volantes modernos.
Estos bisnietos de las primeras manivelas están muy lejos de parecerse entre
sí. Pero siempre sirvieron, y sirven, para la misma función: conducir las
ruedas delanteras hacia donde se lo indiquemos con el giro del volante.
El futuro está por escribirse pero, a mi humilde
entender, el volante puede desaparecer. No a corto plazo pero si en unas
décadas por delante el volante, o desaparecerá del habitáculo, o podrá
transformarse según la necesidad del conductor. No estamos tan lejos de autos
que se manejen solo. La pregunta es ¿para qué queremos un volante? La respuesta
desde esta etapa primitiva, que no toca vivir, es: para sentir el auto cuando
lo manejo. Pero tal vez eso esa justamente un hecho histórico. La evolución de
la humanidad se habrá comido otro oficio: el de conductor.
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Mauricio Uldane
Creador y editor de Archivo de autos
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