El Ford Mustang me pareció atractivo en
sus inicios, allá por mediados de la década del sesenta. En esta versión fastback,
estimo que del año 1965 o 1966, siempre me gustó a la hora de jugar con mis “autitos
de colección”. En especial porque tenía dirección en sus ruedas delanteras.
A diferencia de otros modelos de la
colección Matchbox 1:64 tenía una palanquita de plástico de color blanco del
lado izquierdo para accionar el mecanismo de dirección. Además de tener un
enganche de color rojo en la cola del Mustang.
Repasando mis Matchbox de la infancia he
caído en la cuenta de la cantidad de modelos de autos que tenían enganche para
remolques de todo tipo, que también estaban en los catálogos de Lesney, la
empresa británica que tantas alegrías nos dio a los chicos de los años sesenta
y setenta.
Este Mustang, al igual que la gran
mayoría de mis Matchbox de la infancia, tiene su caja original donde reposa el
sueño de los justos. Además todas las cajas están, a su vez, guardadas dentro
de otra gran caja de cartón. No hay vitrina que exhiba estos “autitos de
colección” de mi niñez.
Recuerdo a este Mustang blanco como otro
de mis preferidos a la hora de jugar. Se nota por la varias cachaduras que
ostenta su carrocería de metal. Aunque está perfecto en su funcionamiento, de
ruedas y dirección. Está en óptimas condiciones de salir a jugar como lo hacía 45
años atrás.
Es evidente que los ingleses de la empresa
Lesney
Products & Co. Ltd., de Londres, hacían juguetes para que duraran por años,
o décadas. Sino ahora no habría adultos que se dedicaran a coleccionarlos y
atesorarlos como pequeñas reliquias en sus estanterías o vitrinas. Además que
se pueden llegar a pagar fortunas por un determinado modelo o versión.
Pero como siempre les digo lejos está en mi ser un
coleccionista. Simplemente un juntador de estos Matchbox que, por suerte mis
padres, primero me regalaron y segundo me inculcaron a cuidarlos “por ser de
colección”. Claro que hubo otros que no sufrieron el mismo trato y terminaron
medio destruidos.
Era más chico y no tenía el concepto de preservar, cuidar
y proteger estos Matchbox. Algún germen estaba metido en mi cabeza. Porque de
chico tomé contacto con automóviles que no se conocían en Argentina. Por eso me
resultaron más familiares cuando me puse a investigar sobre ellos.
Los Matchbox de mi niñez, ahora me doy cuenta de esto,
fueron mi primer aprendizaje sobre el mundo de automóvil. Lejos estaba en saber
que tendría una página dedicada a esos autos modernos, que ahora son viejos. Menos
aún que existiría algo llamado Internet que me permitiría dar a conocer todo el
material que había acumulado por años.
Ahí estaban presentes los Matchbox de la infancia sin que
lo supiera. Ahora los redescubro dentro de su caja donde han estado guardados
por años. Es un revivir años pasados, sin nostalgia, sino que aparecen
cataratas de imágenes en mi cabeza y en estas notas sabatinas que trato de
narrarles las vivencias propias.
En alguno de estos sábados, de la sección “Garaje Miniatura”, escribiré una o
varias notas especiales con los autitos y remolques que Matchbox nos dedicaba a
todos los niños del mundo. Los que fuimos chicos en esas décadas pasadas
tenemos veneración por esos “autitos de colección” ingleses.
Por suerte son varios, en todo el mundo, que se dedican a
cuidar y preservar estos autitos de juguetes. Claro que no todo es tan idílico,
y algunos, solo están en el medio para hacer pingües negocios. Pero creo también
que es parte de la condición humana. Solo hay que estar un poco atento a la
verdadera pasión que nos motoriza para amar a los Matchbox que supimos
conseguir.
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Mauricio
Uldane
Editor
de Archivo de autos
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