sábado, 25 de junio de 2016

Lamborghini Marzal a la Matchbox

Hace unos días vimos, en la sección “Auto extranjero” una nota sobre el Lamborghini Marzal que diseñara Bertone. Gracias al recuerdo de un par de seguidores de Archivo de autos recordé que tenía ese “autito de colección” de mi infancia. Hoy les muestro esa réplica a escala 1:64 que hiciera las delicias de los chicos de los años setenta.


Esos dos seguidores son Juan Pablo Arrighi y Claudio Consoli que recordaban sus Matchbox de la infancia. A diferencia del modelo real es de color rojo con el interior de color amarillo. Teniendo 10 años de edad jugué que este Marzal mucho.


Más siendo de los modernos Superfast de Matchbox. Esos autitos que volaban sobre cualquier superficie y que tenían pistas especiales de plástico para lanzarlos en locas carreras. Esas pistas estaban lejos del presupuesto de mis padres.


Por un lado y por otro la falta de espacio en el lugar donde vivíamos. Pero era el anhelo de un chico de tan corta edad. Ver esas pistas armadas en las vidrieras de las jugueterías del barrio era dejar los ojos estampados en los vidrios.


Tiempo más tarde conocería, por diversas publicaciones, el verdadero Lamborghini Marzal de Bertone que no tenía el color rojo, ni los tapizados de color amarillo. Nada que ver como vimos en la nota de esta semana que termina.


Pero a un chico de 10 años le impactaba más un autito de color rojo con un diseño propio de una película de ciencia ficción. Nos parecía que teníamos un pedazo de futuro en nuestras pequeñas manos. Y la imaginación se disparaba. Esa compañera de juegos que ahora, se sienta a mi lado, cuando escribo relatos de ficción.


A veces me pregunto que sería de nuestras vidas sin imaginación, sin humor, sin música y sin la capacidad de jugar. Una vida miserable, eso sería nuestro transitar por este planeta que nos tocó en suerte habitar. La imaginación asociada al juego nos abre tantas puertas y ventanas, a la vez, como sea nuestra capacidad de inventar.


Como la mayoría de los autitos Matchbox que tuve en mi infancia, y cuidé, están con sus respectivas cajas de cartón tal como venían de la Librería San Agustín de la Avenida Las Heras al 2.400, casi esquina Galileo en el barrio porteño de Recoleta. Donde me crié.


Ahí en un séptimo piso, en el comedor, era el centro de los juegos imaginarios que armaba. Con los demás Matchbox chicos que fabricaba en Gran Bretaña la empresa Lesney Products & Co. Ltd., de Londres, tal como rezaba en las pequeñas cajas de cartón.


Incluso en las solapas de las tapas, escritas en varios idiomas (alemán, español, francés, inglés), decía: “Modelo y paquete totalmente sin plomo”. Ya en el año 1969, que corresponde a este Marzal, había preocupación por el tema de la seguridad de los niños de todo el mundo.


El Lamborghini Marzal era el número 20 en la colección de los autos chicos de Matchbox. Para esa época ya estaban los Superfast con sus llantas deportivas con sus ejes de acero finos y suspensión. Todos de metal con algunas partes de plástico.


Eran autitos para jugar y eso se nota en este Marzal que tiene algunas cachaduras en su pintura roja. Pero por lo demás está íntegro y listo para salir a las pistas de color amarillo, que nunca tuve. Y seguro muchos recordarán, o habrán tenido la suerte de jugar con ellas.


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Mauricio Uldane

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