Hace unos días vimos, en la sección “Auto extranjero” una nota sobre el Lamborghini Marzal que diseñara
Bertone. Gracias al recuerdo de un par de seguidores de Archivo de autos
recordé que tenía ese “autito de colección” de mi infancia. Hoy les muestro esa
réplica a escala 1:64 que hiciera las delicias de los chicos de los años
setenta.
Esos dos seguidores son Juan Pablo Arrighi y Claudio
Consoli que recordaban sus Matchbox de la infancia. A diferencia del modelo real
es de color rojo con el interior de color amarillo. Teniendo 10 años de edad
jugué que este Marzal mucho.
Más siendo de los modernos Superfast de Matchbox. Esos
autitos que volaban sobre cualquier superficie y que tenían pistas especiales
de plástico para lanzarlos en locas carreras. Esas pistas estaban lejos del
presupuesto de mis padres.
Por un lado y por otro la falta de espacio en el lugar
donde vivíamos. Pero era el anhelo de un chico de tan corta edad. Ver esas
pistas armadas en las vidrieras de las jugueterías del barrio era dejar los
ojos estampados en los vidrios.
Tiempo más tarde conocería, por diversas publicaciones,
el verdadero Lamborghini Marzal de Bertone que no tenía el color rojo, ni los
tapizados de color amarillo. Nada que ver como vimos en la nota de esta semana
que termina.
Pero a un chico de 10 años le impactaba más un autito de
color rojo con un diseño propio de una película de ciencia ficción. Nos parecía
que teníamos un pedazo de futuro en nuestras pequeñas manos. Y la imaginación
se disparaba. Esa compañera de juegos que ahora, se sienta a mi lado, cuando
escribo relatos de ficción.
A veces me pregunto que sería de nuestras vidas sin
imaginación, sin humor, sin música y sin la capacidad de jugar. Una vida
miserable, eso sería nuestro transitar por este planeta que nos tocó en suerte
habitar. La imaginación asociada al juego nos abre tantas puertas y ventanas, a
la vez, como sea nuestra capacidad de inventar.
Como la mayoría de los autitos Matchbox que tuve en mi
infancia, y cuidé, están con sus respectivas cajas de cartón tal como venían de
la Librería San Agustín de la Avenida Las Heras al 2.400, casi esquina Galileo
en el barrio porteño de Recoleta. Donde me crié.
Ahí en un séptimo piso, en el comedor, era el centro de
los juegos imaginarios que armaba. Con los demás Matchbox chicos que fabricaba
en Gran Bretaña la empresa Lesney Products & Co. Ltd., de Londres, tal como
rezaba en las pequeñas cajas de cartón.
Incluso en las solapas de las tapas, escritas en varios
idiomas (alemán, español, francés, inglés), decía: “Modelo y paquete totalmente sin plomo”. Ya en el año 1969, que
corresponde a este Marzal, había preocupación por el tema de la seguridad de
los niños de todo el mundo.
El Lamborghini Marzal era el número 20 en la colección de
los autos chicos de Matchbox. Para esa época ya estaban los Superfast con sus
llantas deportivas con sus ejes de acero finos y suspensión. Todos de metal con
algunas partes de plástico.
Eran autitos para jugar y eso se nota en este Marzal que
tiene algunas cachaduras en su pintura roja. Pero por lo demás está íntegro y
listo para salir a las pistas de color amarillo, que nunca tuve. Y seguro
muchos recordarán, o habrán tenido la suerte de jugar con ellas.
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Mauricio Uldane
Creador y editor de Archivo de autos
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