Las mujeres han estado vinculadas al automóvil
desde el principio. Recordemos a Berta, esposa de Benz, que sin su decisión la
historia del automóvil sería diferente. Hoy veremos cómo las mujeres se
relacionaban con los primeros autos del siglo XX.
La mujer y el automóvil una nota de
la revista PBT de 1905. Fue publicada en
la revista Autoclub número 30 del
bimestre agosto-septiembre del año 1966.
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Gracias a la revista PBT tenemos la posibilidad de
ver a una mujer inglesa al mando de su automóvil. La revista argentina tomó la
nota ilustrada de una publicación inglesa y el artículo apareció publicado en
el año 1905.
Lejos estaban las mujeres argentinas de estar al
frente de sus automóviles por aquellos años. Aunque las mujeres inglesas que
los conducían tampoco pertenecían a las clases medias o bajas. Los autos
todavía eran cosas de ricos y poderosos.
Imagino que algunas mujeres argentinas de la misma
condición social y económica habrán manejado sus autos o los de sus maridos o
padres. Siempre se encuentra a mujeres intrépidas. Pero hoy veremos como el
mundo masculino les daba consejos en el uso de un automóvil.
Hay que ponerse en época y recordar que los
primeros autos necesitaban de otros cuidados a la hora de conducirlos. No era
cuestión de subirse y darle marcha. Para empezar no tenían arranque eléctrico.
Esta tarea no creo que le fuera sencilla a una mujer, porque tampoco lo era
para los hombres. Era muy fácil sacarse el hombro de lugar ante una “patada”
del motor.
Esto se subsanaría con un sistema que impedía que
la acción de retroceso del motor diera esa “patada” al que estaba dándole manija
para ponerlo en marcha. El otro tema era la lubricación. Hoy nos parece una
pavada y ni siquiera tenemos idea de cómo se hace en nuestro motor. Pero los
primitivos autos no tenían el sistema de varillas de las válvulas cubierto,
sino que el funcionamiento era al descubierto con el consabido ruido y falta de
lubricación.
Cuando aparecieron los primeros motores de válvulas
a la cabeza la lubricación se hacía a través de un paño que había que lubricar
cada tantos kilómetros recorridos. Por eso es común ver a los viejos
conductores con una aceitera en la mano. No por nada las cajas de herramientas
estaban montadas sobre los estribos de aquellos viejos automóviles.
También era común que el conductor o chófer tuviera
una vestimenta adecuada para la ocasión, ya que más de una vez se tenía que
tirar debajo del automóvil o meter las manos en el motor para reparar algo que
no funcionaba bien. Las cadenas que eran las que transmitían la tracción a las
ruedas traseras solían salirse o cortarse. Así que nuevamente las manos estaban
sucias.
Por eso la nota con la mujer inglesa que hasta
lleva un pañuelo y un espejo de mano. Seguro que lo necesitaba más de una vez
no solo para ver su estado, sino para limpiarse las manos cuando reponían el
combustible. Porque las estaciones de servicio no siempre existieron y los
automovilistas debían llevar en bidones el combustible que iban a consumir en
un determinado trayecto. En especial cuando se alejaban de los centros urbanos.
La mujer y el automóvil una nota de
la revista PBT de 1905. Fue publicada en
la revista Autoclub número 30 del
bimestre agosto-septiembre del año 1966.
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Hoy en pleno siglo XXI nos puede parecer pintoresca
esta nota aparecida en la revista PBT, pero lo cierto que el auto de aquellos
años implicada una gran cuota de aventura y por ende un carga de adrenalina.
Uno no sabía cuando el auto se iba a empacar como si se trata de una mula. Hoy,
en el futuro de aquella nota, nos parece incomprensible la nota y los
comentarios, pero era una realidad muy distinta a la actual.
A veces no tomamos dimensión de cómo la industria,
la tecnología y la ciencia han contribuido a mejorar la calidad de vida de la
humanidad entera. Hoy disfrutamos de adelantos tecnológicos que nuestros
abuelos no hubieran imaginado en el peor de los delirios febriles.
Pero así y todo la nota nos puede parecer risueña.
Por como veían los hombres a esas mujeres intrépidas que se le animaban a esos nuevos
vehículos que habían llegado a este planeta, llamado Tierra, para cambiarlo de
forma radical. No sé si todos somos conscientes del cambio social, económico y
financiero que produjo el invento del automóvil a finales del siglo XIX. Traten
de imaginar un mundo actual sin autos.
Saquen los autos y sus derivados de la sociedad.
Verán que sería muy difícil imaginarlo incluso para los que no les interesan
los autos. De una u otra forma todos los habitantes del planeta estamos
vinculados a los autos. El transporte de pasajeros y de carga no se concibe de
otra forma. Porque los aviones, los barcos y los trenes cumplen otras funciones
que les impide llegar hasta el garaje de nuestras casas.
El automóvil es, tal vez, el invento que más
influyó en la humanidad. Hasta las ciudades se adaptaron a su presencia. La
gran mayoría de las obras públicas en todo el mundo están pensadas en función
de los automóviles. Para bien o para mal. Porque es lógico que si el parque
automotor mundial sigue creciendo las autoridades de las diferentes naciones se
verán en la obligación de acotarlos de alguna forma.
Pero gracias a una nota aparecida en la revista
Autoclub en el número 30 del bimestre agosto-septiembre del año 1966 y por la
gentileza de Alberto Blasi Brambilla es que tenemos esas dos páginas de la
revista PBT.
Mauricio Uldane
Editor de Archivo de autos
Archivo de autos es armado en un
ciber por falta de recursos económicos, no por una política editorial.
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