domingo, 25 de diciembre de 2022

Papá Noel, un bar y un clásico

Esa tarde estaba revolviendo la última media luna, en el poco café con leche que me quedaba, y que me había servido Don Manolo, el mozo del Bar La Amistad. La mirada perdida disfrutando ese momento de relax. Solo recordaba lo que le había sucedido a un amigo unos años antes.

 


Justamente cerca de un 24 de diciembre. Como ahora. Mi amigo se había topado, en un camino secundario, con Papá Noel. Sí, Papá Noel, o al menos alguien vestido como él. Pero mi amigo tuvo más dudas que certezas.

Las certezas vinieron por lo vivido con ese Papá Noel visitando un hospital de niños. Eso nunca se lo pudo olvidar, y cada tanto no deja de contarlo en los asados con la barra de amigos. Casi es el relato de manual del asado de fin de año.

En eso estaba pensando, y en el relato que mi amigo contaría por enésima vez, y cómo Papá Noel le llenó, su amado Renault 4 GTL, de bolsas con regalos para los pibes internados. Todos conocíamos ese relato de memoria.

Miraba la entrada del bar cuando mis ojos no daban crédito a la imagen que acababa de ingresar: era Papá Noel. Un inmenso Papá Noel que se dirigió con una rapidez asombrosa a la barra y lo encaró a Don Manolo.

“¿Tenés un teléfono? Me quedé sin batería en el celular y tengo que llamar a la grúa. Justó se me paró el auto, la puta madre”, vociferó esa persona vestida de Papá Noel. En mi tablero mental se encendió una luz amarilla.

¿Dónde escuché de un Papá Noel puteador? La respuesta no se hizo esperar: el archi conocido relato de mi amigo. No puede ser. Me costaba creer que fuera el mismo Papá Noel, pero el tipo no dejaba de putear.

Estaba furioso porque su Peugeot Partner se había apagado sin más. Miré por la ventana y efectivamente había una Partner roja como en el relato de mi amigo. No puede ser, me seguía repitiendo en mi cabeza. Pero las coincidencias se iban sumando.

“¿Cómo cuatro horas? ¿Qué clase de servicio de mierda ofrecen? ¡Métanse la grúa en el orto, la puta madre que los parió!”, gritó en el viejo teléfono negro que le había ofrecido Don Manolo. No colgó el auricular, lo martilló sobre la horquilla.

Algo le dijo el mozo y me señaló. ¡Cagué! Efectivamente Papá Noel giró su humanidad y me miró. Acto seguido ya estaba caminado hacia mi mesa, junto a la ventana.

“Hola hermano, me llamo Eduardo y tengo un gran problema”, me dijo mientras se sentaba en una crujiente silla. Unos instantes después llegó Don Manolo con un café y un vaso de gaseosa bien helada. Papá Noel le agradeció y comenzó a contarme sus cuitas.

Más hablaba, más se parecía al relato de mi amigo. Ya estaba convencido que era el mismo Papá Noel. No podían ser tantas coincidencias. Hasta que mi sorpresa fue mayúscula. “El mozo me dijo que tenés un Renault 4 GTL de color rojo. Vos me vas a poder dar una mano, como lo hizo un tipo hace seis años”, me tiró sin más anestesia.

Me quedé mudo. Porque era el mismo auto, se lo había comprado a mi amigo hacía un año. Me lo vendió porque sabía que se lo cuidaría a su amado Renolito. Las palabras tardaron una eternidad en salir de mi boca.

“Es el mismo Renault de hace seis años. Era de un amigo, el mismo que se puso el traje de ayudante en la entrega de regalos en el hospital de niños”, dije como pude. La cara de sorpresa de Papá Noel fue grandiosa. Había logrado asestarle un golpe de sentimiento.

No era poca cosa para su humanidad inmensa y puteadora. “¡Está visto que ese Renault es el trineo muleto de Papá Noel!”, y luego de decirme eso me atronó con una carcajada que hizo temblar al Bar La Amistad. Ningún ser vivo dejó de dar vuelta sus cabezas.

De inmediato me atiborró con toda su agenda truncada por la falla de su Partner roja. Tenía que ir a tres hospitales y Renolito volvería a ser el trineo de Papá Noel. “¿Todavía tiene la bocina de aire?”, me preguntó en medio del itinerario que tenía en su cabeza.

Asentí con la cabeza. No podía creer la memoria que tenía este tipo, llamado Eduardo. Recordaba la bocina que mi amigo había hecho sonar al salir del hospital de niños. Sabía que tenía en su Partner el traje para convertirme en ayudante de Papá Noel.

Lo volví a sorprender diciéndole: “Traeme el traje de ayudante así me lo pongo en el baño”. No quería vestirme en medio de la calle como el pasó a mi amigo. Se paró como un resorte y en dos zancadas estaba en su vehículo. Segundos más tarde blandía el traje de ayudante ante mis ojos.

“Ni me tengo que preocupar por el talle”, le dije con cierta sorna, que Papá Noel afirmó con una sonrisa. A esta altura me sentía complemente identificado con mi amigo, y su experiencia en el pasado. Ya había dejado de creer en las casualidades.

Esperaba risas de parte de los parroquianos, en cambio recibí vítores y aplausos, al salir del baño.

Algo me sonrojé. “¡Te queda pintado el traje!”, me gritó Don Noel. Recordaba esta particularidad en el habla en el benemérito relato navideño de mi amigo. “Incluso mejor que a tu amigo”, terminó de acotar guiñándome el ojo derecho.

A partir de ese momento quedé a merced de este hombre llamado Eduardo. Fuimos hasta su Partner para buscar las bolsas con los regalos. Por suerte Renolito estaba estacionado un par de autos por delante. Casi en la esquina del Bar La Amistad. Aumentaba mi desconfianza en las casualidades y Papá Noel.

Una vez cargados los juguetes enfilamos para los tres hospitales que tenía en su agenda Don Noel. Los dichos de mi amigo sobre las emociones no se comparaban a lo que viví. Tal vez sus palabras no eran los suficientemente buenas para explicar las vivencias.

Por mi parte me pasé buena parte del recorrido hospitalario con lágrimas en mis ojos. “No me afloje ayudante”, me decía por lo bajo Eduardo, en más de una situación. Pero no solo fue la alegría de los chicos. Sino el agradecimiento de doctores, enfermeras y toda persona que trabaja en los hospitales.

Fueron más de cuatro horas. Esas en las cuales tenía que esperar la llegada de la grúa. Volvimos al bar ya anocheciendo. Unas luces amarillas nos llamaron la atención. ¡Sí era la grúa de Don Noel! Esa que había indicado que se la metieran en el orto.

No le hicieron caso y la mandaron igual. “Lo estaba esperando”, le dijo el tipo de la grúa a Eduardo, que todavía seguía vestido de Papá Noel. Fue una foto para el recuerdo. Él con su inmensidad al lado del petiso mecánico de la grúa. “Yo en cambio estaba haciendo felices a muchos chicos”, casi le gritó en la cara. El tipo no dijo nada y se zambulló en el vano motor, cuando Eduardo le abrió el capot.

“Me voy a cambiar”, le grité y me dirigí al bar. Donde mi ropa me esperaba para retornar al anonimato. Nuevamente me aplaudieron al ingresar. Ya era una celebridad en el Bar La Amistad. Al salir del baño lo tenía sentado a Papá Noel en mi mesa.

“Pedí una picada y dos cervezas. ¿Está bien?”, me dijo ese hombre que ya estaba más tranquilo. “Al final era una pavada. Un cable de un sensor que se soltó”, dijo encogiéndose de hombros. Ya la grúa se había ido en el interín de mi cambio de vestuario.

Charlamos de autos. En especial de autos clásicos. Al final Papá Noel resultó más fierrero de lo que pensaba. Después de todo, Eduardo, es un tipo piola. En especial por lo que me contó que hace desde muchos años. Una charla de café en un bar de barrio, de una esquina cualquiera.

Ya puedo decir que charlé con Papá Noel, y hasta que tomamos juntos una cervecita. Pero lo mejor será el sábado que viene, en el asado de fin de año con la barra de amigos. Ahora el que contará la historia de Don Noel seré yo. Para el final me reservaré que el año que viene voy a ser el ayudante oficial…

 

Este relato fierrero de ficción está dedicado a dos personas que tengo la suerte de conocer: Eduardo Nolazco y Diego Abal.

 

¡Feliz Navidad para todos!

 

Les dejo los otros relatos navideños que escribí en años pasados: 

La Navidad pasada: https://archivodeautos.blogspot.com/2017/02/la-navidad-pasada.html 

Cross Country de navidad: https://archivodeautos.blogspot.com/2019/12/cross-country-de-navidad.html 

De cómo ayudé a Papá Noel: https://archivodeautos.blogspot.com/2021/12/de-como-ayude-papa-noel.html 

¿Te gustó este relato de ficción? Podés convidarme un cafecito: https://cafecito.app/archivodeautos

 

Mauricio Uldane

Creador y editor de Archivo de autos

https://archivodeautos.blogspot.com

 

Aniversario 11º / 2011-2022

 

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