Si íbamos de vacaciones a la costa, él
estaba en la foto. Lo mismo cuando fuimos a pescar a Entre Ríos, o cuando estuvimos
en la casa de la tía Julia en Catamarca. Si salíamos de paseo por el Tigre, él
también estaba en la foto. Donde fuera la familia y hubiera una cámara de
fotos, de las viejas, esas de rollo para revelar, él estaba presente como un
integrante más. Y era así por ser el auto de la familia.
Como integrante de la familia tenía su
nombre, el Cuadrado, y era lo que correspondía. Por eso aparecía en las fotos
familiares y ahora está en el álbum con todos demás los parientes. Ese álbum
tiene registro desde que el bisabuelo Pedro era un chico.
Muchos años y varias generaciones están
presentes con su imagen en el álbum familiar. El Cuadrado también, como corresponde
a un pariente más. Sí, se puede decir que el auto de la familia es un pariente.
Porque se le toma cariño y se le habla, aunque algunos piensen que estamos
locos.
Es amor por ese montón de fierros que es
un auto clásico, o antiguo. Con sus días buenos y días malos, como un pariente
más. Pero en el que se puede confiar. Por eso está presente en las fotos de la
familia, porque es un integrante más.
Cuando recorro las páginas del álbum
familiar aparecen varios autos que fueron de la familia, que nos llevaron a
distintas partes del país. Pero el recuerdo siempre es para el Cuadrado. Tal
vez porque fue el primer auto de la familia.
Aunque no era nuevo y tenía muchos
kilómetros recorridos antes de llegar a casa. Pero nos dio muchas satisfacciones,
vacaciones, paseos y salidas. Y él siempre nos llevó. ¡Cómo no va a estar en
una foto familiar! ¡Debe estar, porque es parte de la familia!
Hace poco me llamó la atención una
familia que se sacó una foto frente a su auto cero kilómetro a la salida de una
concesionaria. Concesionaria que está cerca de mi casa. También me pareció llamativo
que le pidieran a la persona que les estaba entregando el auto que tomara la
foto con un celular.
Parecía que todos querían estar junto a
su auto nuevo. Por un momento mi cabeza voló por las páginas del álbum familiar
y recordé al Cuadrado. No era cero kilómetro, eran otras épocas del país, pero
era el auto de la familia. Esa sensación me transmitieron estas personas en la
vereda de la concesionaria.
Tal vez sea su primer automóvil, o su
primer cero kilómetro, en la familia. La verdad que hace mucho tiempo que no
veo fotos familiares con autos como integrantes. Antes era común. Siempre en la
casa de algún pariente, o amigo, era costumbre ver fotos viejas y aparecer
autos del pasado, como un integrante más de la familia.
Con historias para contar, desde
divertidas hasta con dolores de cabeza. Como la vida misma. No todo es color de
rosa. Eso lo sabemos de sobra los que ya tenemos caminados muchos kilómetros
sobre este planeta.
Pero las fotos familiares con autos, como
un integrante más, son raras de ver en estos tiempos que corren. Por eso me
llamó la atención la situación frente a la concesionaria. No es para nada
habitual. Se parece a una postal de tiempos idos donde los autos eran parte de
la familia y merecían más de una foto.
Están los miles de álbumes familiares
para corroborar los que les digo. Diría que son toneladas de fotos con autos y
familias. Se podría armar un libro con esas fotos y cada una nos contaría una
historia. Eso es lo que hace atractivos a esos autos, las historias que nos
pueden contar.
Como el Cuadrado y sus viajes a distintos
destinos. Y para un chico, como era por aquel entonces, un lugar seguro donde
cobijarse a dormir una siesta. En especial en el asiento trasero. Ahí donde uno
es rey y señor cuando solo tiene 6 años de edad. Más si no se tiene un hermano
con quien compartir el asiento trasero.
Pero esos autos familiares llevaron
nuestras cunas, nuestras bicicletas y nuestros juegos a distintas partes. Como
se los puede olvidar. Por eso cada tanto abro el álbum familiar y comienzo a
recorrer las décadas pasadas. No con nostalgia, sino para tener memoria de la
historia de la vida propia. Donde está presente el Cuadrado.
Ese auto que cuando se lo menciona en la
sobremesa familiar de un domingo cualquiera alguien, seguro, tiene una historia
para contar. Esos somos las personas, un cúmulo de historias. Simplemente hay que
saber contarlas. Todos tenemos dentro algo digno de ser escuchado.
La tradición oral es la primera
literatura, aunque no fuera escrita en papel, que conocimos los seres humanos.
Antes, pero mucho antes, que la escritura. Ahora contamos con más recursos para
llegar a muchos más lectores, y mucho más lejos que nuestra tribu, o clan.
Siempre habrá una historia para contar de
un auto antiguo, esos que nos acompañaron en la infancia, adolescencia y
adultez. Lo mejor que hicimos fue sacarnos una foto con él. De esa manera, cada
tanto, cuando hojeemos el álbum familiar estará presente ese amigo de fierro.
Que en nuestra familia se llamó, el Cuadrado.
Ahora cuando termine de escribir estas
líneas me voy hasta la biblioteca para buscar el álbum familiar. Quiero
recorrer un poco sus hojas con cientos de fotos donde en muchas de ellas
aparecen esos otros parientes, nuestros viejos autos que supimos conseguir. Entre
todas esas imágenes me reencontraré con el Cuadrado, un viejo amigo de fierro.
Mauricio Uldane
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