La historia que me une a este autito a
cuerda es remota. Tendría unos 7 años cuando mi madre me tuvo que llevar al
Hospital Ricardo Gutiérrez, o más conocido como Hospital de Niños, por un
fuerte dolor de oído. Creo que junto con el de muelas se lleva el podio en
materia de dolor. Al salir de la guardia del hospital me compró este Ferrari
Fórmula 1 a cuerda.
Recuerdo claramente la librería-juguetería
que estaba en la esquina de Paraguay y Agüero a una cuadra del Hospital de
Niños de la ciudad de Buenos Aires. En esa vidriera estaba esperándome este
autito a cuerda de la marca Grand-Prix de fabricación argentina.
También recuerdo las palabras de mi
madre: “No será como los Matchbox pero es a cuerda”. Claro que no se podía
comparar con los Matchbox King Size, pero se sumaba a los “autitos de colección”
de mi infancia. ¡Además podía andar solo dándole cuerda!
Jugué bastante con este Fórmula 1. Se lo
podía dejar con sus ruedas derechas o girarlas en ambos sentidos con un
mecanismo mecánico de tornillo. Eso era fascinante para un chico de 7 años a
mediados de la década del sesenta.
Las palabras de mi madre se referían a
que era un juguete un poco tosco comparándolo con los importados en aquellos
años. Pero a su favor tiene una construcción sólida. Incluso se puede desarmar
sacando los dos tornillos que tiene en la parte de abajo.
Todo metal salvo las cuatro ruedas de
goma y la punta de la trompa de plástico de color blanco. Se que se puede
desarmar porque lo tuve que hacer durante esta semana. Se cortó la cuerda y por
eso no pude hacer un video con el Grand-Prix andando en círculos.
Para ser sincero este autito a cuerda iba
a tener su nota sabatina la semana pasada. Pero al querer darle cuerda, ésta se
cortó. Así que adelanté la salida de la pista de chapa con sus dos autitos a
cuerda que vimos el sábado pasado. Antes le había dado cuerda en dos o tres
ocasiones sin problema, pero esta vez se rompió.
Lo desarmé para tratar de reparar la
cuerda de acero. Pero se cortó a casi un cuarto, de su largo total, de su
inserción en el eje cuadrado que sirve para colocar la llave que hace cargar la
cuerda. En esa parte está tan acerada que no se puede doblar, se quiebra. La
idea era repararla aunque estuviera más corta.
Ya encontraré una cuerda para volverlo a
las pistas a mi autito de la infancia de color verde. Pero así y todo armé un
pequeño video, con música y todo, para que puedan apreciar cómo giran las
ruedas al accionar la ruedita dentada ubicada del lado derecho de la
carrocería.
Es un juguete sencillo pero efectivo y
logra su cometido: divertir a un niño. Al menos lo hacía hace 45 o 50 años
atrás. Y era lo suficientemente sólido para soportar el trato, el mal trato, que
uno le podía dar, siendo un chico de corta edad.
Ahora me queda en el haber poder reparar
la cuerda cortada para que vuelva a funcionar y siga deleitándolos la vida. Y
teniendo en cuenta que no necesita ni pilas, ni cables para poder caminar
solito. Ya le llegará su reparación para que las nuevas generaciones sepan cómo
jugábamos los chicos de los años sesenta.
El video lo pueden ver acá:
Mauricio
Uldane
Editor
de Archivo de autos
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