Cuando era chico lo que más me llamaba la
atención de este modelo de Matchbox de la serie King Size era que fuera rural.
En Argentina, más precisamente en la ciudad de Buenos Aires, donde nací y me
crié, ver un patrullero de la Policía Federal, de este tipo, era insólito.
Encima de color blanco. Claro que con el correr de los años aprendería que los
colores internacionales para identificar a un vehículo de policía, de un determinado
distrito, son el blanco y negro. Como supieron estar pintados en la provincia
de Buenos Aires durante algunos años, hasta que el ploteo de las carrocerías
llegara para quedarse entre nosotros.
Pero esta Mercury Commuter rural pintada
como patrullero de alguna fuerza policial de Estados Unidos estaba lejos, en
sus colores, de los clásicos patrulleros celestes y azules de la Policía
Federal Argentina, hoy también conocida como PFA. Además para completar la
extrañeza tenía un gancho para remolcar encima de su paragolpes trasero.
Como la cupé Mercury Cougar, que vimos
hace dos semanas atrás, el gancho de remolque está desproporcionado con
respecto a la escala de este modelo de rural Mercury Commuter. Pero era algo
que se reproducía en varios modelos de la empresa Lesney para la marca
Matchbox, allá por la década del sesenta. Como esta Mercury Commuter de 1967,
más o menos.
Este otro “autito de colección” fue uno
de los que más jugué. Se nota en algunas cachaduras de su pintura blanca y en
el desgaste de las ruedas delanteras que giran, al igual que la ambulancia
Mercedes Benz Binz y la cupé Mercury Cougar, modelos ya presentados en la
sección “Garage Miniatura” estos sábados de 2016.
Tal vez, no tengo el dato, la Mercury
Commuter en su modelo real tuviera la apertura del portón trasero hacia un lado
o para abajo. Como pasaba con otros modelos de rurales de la División
Lincoln-Mercury de la empresa Ford Motor Company. En el modelo a escala de
Matchbox el nombre del modelo está en los laterales traseros antes de la cola
de la rural.
La pobre Mercury Commuter recibió los
embates de mis juegos en su suspensión delantera, cosa que era similar en la
ambulancia Mercedes Benz Binz y en la cupé Mercury Cougar de la serie King
Size. Tanto que está caída de trompa. Si fuera un automóvil real debería
llevarla para que le repararan el tren delantero…
Es posible que el mecanismo de giro fuera
más débil que en otros modelos de la marca inglesa, o la jugué demasiado. Me
inclino por lo segundo. Han pasado más de 45 años de vida así que todo es
posible en la pobre Mercury Commuter.
Pero lo más importante de todo es que la
disfruté mucho. Recuerdo juegos donde era el vehículo de intercepción en una
ruta imaginaria. Parada con las puertas abiertas y deteniendo a todos los
vehículos que circulaban. Es escribir esto y sonidos e imágenes comienzan a
llegar a mi mente. Como esas tardes sobre la mesa del comedor y los juegos
inventados sobre la colcha de planchar. Que le robaba a mi tía abuela, que era
la encargada de planchar la ropa.
Mesa libro que era de Formica blanca con
manchas negras y que alguien en forma distraída había dejado la plancha sobre
ella. Lo que generó un aglobamiento del laminado, que era la excusa perfecta
para jugar cuando la mesa estaba cerrada. Al abrirla el panorama, o mejor dicho
la superficie de juego, se ampliaba con desniveles, armados con la colcha de
planchar, cajas, otras telas y demás.
Era como armar un diorama, un poco
berreta, pero que servía de más para lo que lo quería: jugar con mi rural
patrullero de color blanco. El resto poco importaba, ya que estaba inventando
mundos y situaciones que graficaba con los autitos Matchbox. Esos mundos
ficticios, en parte, ahora los puedo hacer realidad con mis relatos que se
publican domingo por medio.
Esa mesa libro del comedor de la casa que
viví en mi niñez no solo sirvió para jugar, comer y planchar. Fue el lugar de
estudio durante la primaria y la secundaria. Así que era como el lugar donde
todo se unía, donde todo confluía, casi con la personalidad de una persona.
Somos, siempre, varias cosas a la vez. A veces pasamos toda una vida sin
entender esto. Me costó mis años entender esto. Hoy les puedo decir que soy
artesano entelador, administrador de un sitio de autos viejos y juego a ser
escritor. En el medio quedan todas las relaciones familiares, lo que ya es
bastante para caminar por la vida.
Jugar está íntimamente ligado a la
imaginación. Sin imaginación el juego se limita a reglas prefijadas de
antemano, como en un juego de mesa o tablero. Que no dejan de ser interesante,
atractivos y divertidos. Pero el juego inventado de cabo a rabo nos libera en
mente y espíritu. Un espíritu juguetón, que suma una cuota de humor, nos da la
pauta que la diversión está asegurada.
Son las válvulas de escape que tenemos
los seres humanos, no importa el sexo, ni la edad. El juego debe acompañarnos
toda la vida, como el sentido del humor. Creo firmemente que juego y sentido
del humor son los mejores socios que nos pueden tocar en la vida. Un chiste
colocado en el momento oportuno puede evitar un enojo al pedo. Y si el juego
está presente todos nos terminaremos riendo y dándole a esa situación de la
vida el valor exacto que tiene: una pavada.
En parte esta sección llamada “Garage
Miniatura” apunta a eso. No solo a recordar con nostalgia los “autitos de
colección” de nuestra infancia. Sino a redescubrir el juego como una actividad para
no perderla y ejercitarla. Como la memoria misma. No se trata de mostrar una
colección de autos a escala. Hay mejores sitios en Internet que esta humilde
sección. También hay automodelistas con grandes conocimientos, algunos de ellos
seguidores de Archivo de autos, por sus diferentes canales digitales, que saben
mucho más de los autos a escala que mis conocimientos.
Se trata de no perder la esencia del chico
que llevamos dentro y por un rato tirarnos al piso, vieron la facilidad que
tienen los pibes y pibas de estar en segundos de rodillas jugando. Claro que
muchos de nosotros en esa posición luego necesitamos de ayudar externa para
levantarnos y con un dolor de recuerdo por unos días. Gajes de los años
vividos, pero de la experiencia acumulada, eso no los quita nadie, como lo
bailado.
El próximo sábado se abre nuevamente el
“Garaje Miniatura” con otro “autito de colección” de mi infancia que estuvieron
guardados en una caja forrada con un papel que tiene fondo rojo con viejas
armas del pasado como motivo de decoración. No me pregunten porqué, han pasado
muchos años para recordar. Piensen que soy un señor de cierta edad…
Mauricio
Uldane
Editor
de Archivo de autos
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