Los dragster estadounidenses siempre me
llamaron la atención cuando era chico. Esos monstruos con motores inmensos, que
solo servían para una carrera corta. Una picada diríamos en Argentina. Ahora
conocemos esas carreras como de cuarto de milla. Este Dodge Charger con el
motor por fuera del capot es un exponente digno de esa categoría de
automóviles.
Tal vez este Dodge Dragster sea el “autito
de colección”, de mi infancia, más nuevo. Estimo que mis padres lo compraron en
el año 1971. Ya que el modelo a escala es del año anterior. Se parece al
automóvil de la serie televisiva “Dukes de Hazzard”. Aunque el auto de la serie
era modelo 1969. El famoso General Lee.
Lo que sí es similar es el color naranja
que era el color emblemático de los Dodge Charger en Estados Unidos. Eso me
enteré ahora, de grande. Cuando era chico para mí era un color de fantasía.
Siempre se aprende algo nuevo cada día que pasa. Lo interesante es estar atento
a lo que vemos y escuchamos cada día que pasa.
Este Matchbox King Size es de la serie
Superfast con sus llantas deportivas y sus ejes especialmente diseñados para
correr. De hecho sigue conservando esa cualidad y además tiene suspensión. Lo
que desentona es el gancho de remolque que no corresponde a la escala del Dodge
Charger. Pero esto se repetía entre varios modelos de los Matchbox King Size.
Como la ambulancia Mercedes Benz, el
Mercury Cougar y el patrullero Mercury Commuter, se abren las puertas de este
Dodge Charger naranja. Notarán que el techo tiene una raya negra. Es de estar
guardado en la caja original que tiene el fondo de ese color.
Como los demás King Size de mi infancia
está en su caja original tal como vino de Gran Bretaña a Argentina. Mi padre
siempre me recalcó que los cuidara y los guardara en sus respectivas cajas. Por
eso se han mantenido en tan buen estado por más de 40 años.
Claro que jugué con este Dodge, pero lo
cuidé. Aunque me parecía algo aparatoso ese motor sobresaliendo del capot. Me
sigue pareciendo lo mismo con el correr de los años. Se que muchos fierreros
mueren por un auto de estas características. Pero para mí son un poco
excesivos.
Este Dodge Charger me recuerda un Javelin
de la American Motors que en una vieja publicidad está al lado del modelo
normal de calle. Publicidad que ya vimos en Archivo de autos. Claro que con los
neumáticos más anchos y el motor que sobresale por la abertura del capot. Motores
sobrealimentados y que necesitaban todo el baúl para cargar combustible.
Claro que cuando uno es chico estos autos
concitaban toda nuestra atención porque imaginábamos el sonido de esos motores.
Bramando y hasta sacando fuego por los caños de escape. Ni hablar del poder de
aceleración, o que se quedaran parados en dos ruedas. Todo un espectáculo.
El Dodge Charger tiene algunas cachaduras
en su carrocería, seguro que producto de mis juegos, y la mencionada mancha
negra en el techo. Esto último culpa de la caja que destiñó su pintura a lo
largo de los años.
Lo que no me imagino en este Dodge
Charger naranja es tirando de un tráiler con una lancha o una casa rodante. Por
eso para mí siempre fue extraño el gancho de remolque. No parece el auto ideal
para arrastrar nada. No es que no pueda hacerlo, simplemente, a mi juicio, no
me parece apropiado.
Recuerdo otro Dodge mucho más extremo
pero en la escala más chica, la 1:64 de Matchbox, que si la memoria no me
falla, también lo tengo. Era un modelo dragster como los reales con la
carrocería de fibra de vidrio que se levantaba toda para poder ingresar al único
asiento central.
Pero esa será otra etapa de la sección “Garaje
Miniatura” cuando dejemos de ver los modelos de la serie King Size. Ya llegará,
lo mismo que otros juguetes de la infancia que claro está serán autitos. Autitos
con los que jugué e imaginé un mundo de fantasía, con calles, rutas o caminos.
La fantasía, pariente de la imaginación,
no debe dejarnos como ese chico que llevamos en nuestros interiores. Porque si
bien es eso, fantasía, y no realidad, nos sirve para imaginarnos situaciones no
reales. Para jugar y descansar nuestras mentes de la vida cotidiana. A veces
rutinaria en extremo. Juguemos un rato con los autitos de la infancia. Seguro
que mal no nos vendrá.
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Mauricio Uldane
Creador y editor de Archivo de autos
https://magic.ly/archivodeautos
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