Una
explosión en una estación de servicio y la conmoción en el barrio. De lo que
produjo y las consecuencias que trajo aparejadas. Relatos de terceros que
sufrieron un accidente en la década del ’70.
En el círculo azul la Shell de Austria y Avenida Las Heras. |
Más
o menos para esta época en 1975 explotó la estación de servicio Shell ubicada
en la esquina de Austria y Avenida Las Heras en el barrio porteño de Recoleta.
Sucedió a media mañana y produjo una gran conmoción en todo el vecindario.
Sobretodo teniendo en cuenta que a una cuadra había otra estación de servicio.
La Esso que estaba debajo de mi casa en la
esquina de Avenida Las Heras y Galileo.
Como
todas las mañanas del ciclo lectivo escolar emprendí la marcha para el Colegio
Domingo Faustino Sarmiento ubicado en la calle Libertad al 1200, donde cursé mi
secundario. De allí egresé como bachiller para ahora escribirles estos relatos
automovilísticos.
El
viaje de ida lo hacia en colectivo, en la línea 59, y me bajaba en Avenida
Santa Fe y Libertad. Caminaba una cuadra y media para encontrarme con el
colegio secundario. Al regresar, para ahorrarme unos pesos, y de paso hacer un
poco de ejercicio, caminaba hasta mi casa ubicada en la esquina de Copérnico y
Galileo.
Como
regresaba caminando no llegaba hasta la esquina de Avenida Las Heras y Galileo.
Lo hacía por Copérnico que nace en la calle Gelly y Obes. Así que al cruzar la Avenida Pueyrredón
enfilaba hacia Copérnico que solo tiene una cuadra y termina en escalera al
llegar a Galileo. Por lo cual es una calle sin salida para los autos.
Viniendo
por ese camino se deja de lado la Avenida
Las Heras y entramos en un mundo paralelo donde se pueden oír
los pájaros. Uno muy especial estaba en uno de los balcones de la calle
Copérnico: un tucán. Solía cantar muy fuerte cuando lo dejaban al sol. Una
calle exótica para el barrio de Recoleta con balcones convertidos en selvas en
miniatura con una exuberante vegetación.
Así
llegué hasta mi casa en un séptimo piso. Sin saber nada de lo ocurrido a media
mañana en ese día de septiembre o octubre de 1975, aunque mi memoria puede
fallar. “¿No re enteraste qué pasó?”, me dijo mi madre ni bien atravesé la
puerta del palier. “No. ¿Qué pasó?”, fue mi asombrada respuesta. “Mirá por la
ventana”, me respondieron.
Ante
mi asombro vi como la estación Shell de la cuadra siguiente estaba teñida de negro
en el frente sobre la Avenida Las
Heras. La violenta explosión había dejado su rastro siniestro sobre los tres
pisos superiores que conformaban un estacionamiento de automóviles encima de la Shell.
Según
los testimonios de los vecinos del edificio lindero, sobre la calle Austria, el
olor a gas era muy fuerte en el último tiempo. Las quejas del consorcio hacia la Shell se habían manifestado
por la fuga de gas. Parece ser que se lo achacaban a los gases de nafta cuando
se renueva el combustible en los tanques cisternas.
Pero
no era eso lo que provocó la explosión, sino una fuga de gas natural. Si
hubieran sido los tanques de combustibles la manzana hubiera desaparecido. Lo
cierto es que la explosión se produjo cuando uno de los propietarios de la Shell encendió la luz en uno
de los sótanos de la estación de servicio. Creo que dos personas más murieron
en la explosión.
Los
autos que estaban estacionados en las diferentes plantas de la Shell quedaron adentro por
mucho tiempo. Creo que años. Si no recuerdo mal también había pisos subterráneos
para estacionar autos. La rampa de acceso desapareció con la explosión.
Recuerdo
el relato de un periodista del diario Clarín que todos los días cargaba
combustible en esa Shell. Seguramente venía por la calle Austria, que tiene
sentido de circulación hacia la
Avenida del Libertados. Entraba a la Shell y cargaba nafta en su
Fiat 1600. Luego salía a la Avenida Las
Heras rumbo al microcentro porteño.
El
tipo hizo su rutina. Cuando estaba detenido por el semáforo de Avenida Las
Heras y Agüero sintió que la cola del auto se levantaba. Miró por el espejo
retrovisor, pensando que un colectivo, de las tantas líneas que circulaban por
allí, lo había chocado de atrás. Lo que ve por el espejo es la deflagración
producto de la explosión. Se salvó por segundos de morir en la Shell.
La
onda expansiva se propagó por la calle Austria hacia la Avenida del Libertador.
Hoy se ubica la Biblioteca Nacional
en esa calle, pero por entonces había unas dependencias del Ministerio de
Educación, sobre la Avenida Las
Heras y hacia la mitad de cuadra una plaza que llegaba hasta la Avenida del Libertador.
En
ese predio estuvo la vieja quinta presidencial donde falleció Eva Duarte y que
fue demolida luego del golpe de estado de septiembre de 1955. Cosa curiosa: 20
años más tarde una explosión se produciría en el mismo barrio.
Fue
tal la intensidad de la onda expansiva que rompió las ventanas de los edificios
hasta dos cuadras, llegando a la
Avenida del Libertador. Recuerdo que la cuñada del portero
del edificio donde vivía sufrió en carne propia la onda expansiva. La
sorprendió en la calle Austria y la tiró al piso. La pobre mujer quedó muy
afectada por el suceso.
Mucho
tiempo se habló en el barrio de la inmediata cercanía de dos estaciones de
servicio, la Shell
explotada y la Esso
de abajo de casa. Se plantearon dudas acerca de la convivencia tan cerca una de
otra. La Shell
que explotó nunca más abrió sus puertas.
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Mauricio Uldane
Creador y editor de Archivo de autos
https://magic.ly/archivodeautos
Gracias por el artículo, tenía 3 años cuando me salvé por segundos de esa explosión que me marcó para toda la vida.
ResponderBorrarHola Ernesto.
BorrarMuchas gracias por contarnos ese recuerdo y por la lectura de este relato.
Saludos.