domingo, 29 de junio de 2025

El vuelco del NSU Prinz en un verano de 1965

Encontré un sobre con varias fotografías del pasado, entre las cuales estaba la que ven los lectores, ilustrando esta nota de la sección “Postales del Ayer”. Un NSU Prinz de color rojo que sufrió un vuelco camino a alguna playa de la Costa Atlántica, en el verano del año 1965.

 


El accidente

 

El domingo 18 de agosto de 2013 publiqué un relato de no ficción donde conté de un viaje a Mar de Ajó en un Ford del año 1941, que supo tener mi padre José Lorenzo Uldane. También narré de un vuelco de un NSU Prinz cuando regresábamos de las vacaciones de verano.

 

Ahí explicaba como fuimos testigos del accidente del NSU Prinz de color rojo. Ahora apareció la foto. La cual tiene en su margen izquierdo la fecha de revelado: marzo de 1965. Es decir que encaja con mis recuerdos, pese a que tendría cuatro años de edad.

 

En el relato, que les comparto tal como fue publicado en el año 2013, menciono que fue en la desviación de la vieja Ruta 11, de conchilla, que conectaba las distintas playas de la Costa Atlántica. Algo que ahora hace la Ruta Interbalnearia, por eso lo mencionó de esa forma en el relato.

 

El relato

 

El siguiente es el relato con los hechos que sucedieron en ese verano del año 1965:

 

“Aquella vieja ruta interbalnearia de tierra, que en definitiva, era la continuación del trazado de la vieja Ruta 11 de tierra y conchilla, terminaba en forma de “T”. Eso sucedía cuando se entroncaba con el camino que seguía de largo hacia San Clemente del Tuyú. 

Viniendo desde Mar de Ajó había que doblar hacia la izquierda, rumbo a Esquina de Crotto, previo paso por El Centinela, parada obligada en el reabastecimiento de combustible. 

Mi viejo bajó la velocidad porque vio venir del lado izquierdo, desde Esquina de Crotto, un NSU Prinz rojo. El NSU venía rápido, muy rápido, como para seguir hacia San Clemente del Tuyú. De pronto, ya en el cruce de la ruta interbalnearia, dobla. 

Como consecuencia de la brusca maniobra comienza a volcarse. Dando varios tumbos, ante la sorpresa de todos los que estábamos dentro del Ford 41, termina en la zanja de nuestro lado. Por suerte la lluvia de quince días atrás había pasado y la zanja estaba seca. Allí terminó su derrotero de tumbos el NSU quedando con sus cuatro ruedas apuntando al inmenso cielo bonaerense. 

Mi padre, mi madre y mi tía abuela se bajaron del auto para ayudar a los integrantes del NSU rojo. El cual seguía con su motor encendido pese al vuelco. Mi padre logró detener el motor, previendo un incendio del auto. Ayudó a salir a una muchacha, que conducía, y a un muchacho que iba de acompañante. 

Ambos atontados por el vuelco. Empezaron aparecer los curiosos a los cuales mi padre despachó para que no molestaran. Cuando va a tratar de enderezar el NSU el muchacho le grita hay otra persona en el auto. Era una chica que estaba en el asiento trasero junto a una guitarra que se partió al medio. 

El saldo del vuelco fue el parabrisas desprendido de su lugar, pero intacto, algún bollo menor, la guitarra rota y el atontamiento de los ocupantes del NSU rojo. El atontamiento lo curó mi tía abuela con método eficaz y rendidor. Un par de cachetazos, para que reaccionaran, seguidos de un buen vaso de agua fría. También una aspirina fue parte del tratamiento de campaña. 

Mientras tanto yo, que era un niño, observaba la situación con verdadero asombro. Han pasado casi 50 años y aún conservo algunas imágenes del suceso. Por eso es que les puedo relatar el accidente. 

Una vez que se repusieron del susto, los ocupantes del NSU, siguieron viaje hacia la costa. Adentro iban el parabrisas despedido, la guitarra rota y tres jóvenes que no olvidarían el vuelco del NSU rojo. Jóvenes que, según los mayores de mi familia, andaban escapados por algún motivo. 

Era viernes o sábado no lo recuerdo del todo. Es decir que era el comienzo del fin de semana. Es posible que se hubieran pegado una escapada a la costa bonaerense en aquel fin de semana de la década del 60. De eso se habló en el viaje de regreso a casa. Un regreso con algo para contar.”


 

Consideraciones finales

 

Lo que no recuerdo, con exactitud, si el accidente del que fuimos testigos, fue abordo del Ford de 1941, que ilustra el relato original de agosto de 2013. Tal fue otro auto de mi padre, o el mismo que usamos dos años seguidos.

 

Lo cierto que la vieja foto a colores me hizo recordar que había escrito un relato fierrero, de no ficción, más de once años atrás. Ahora la foto y la historia se unieron en un nuevo posteo. Espero que le guste este pequeño viaje al pasado.

 

Información adicional

 

Les dejo a los lectores de Archivo de autos el relato de no ficción, completo, como lo publiqué el domingo 18 de agosto de 2013: https://archivodeautos.blogspot.com/2013/08/un-regreso-accidentado.html

 

 

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Mauricio Uldane

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