jueves, 7 de febrero de 2013

Las viejas pistas de madera

No muchos conocen las pistas de madera. Algunos oyeron hablar de ellas, pero pocos saben de esas maravillas de la ingeniería civil. Los óvalos de madera tuvieron una vida de 20 años, durante ese período fueron las reinas de las competencias. Para la década del ’30 habían desaparecido sin dejar rastros. Hoy tenemos viejas fotos para atestiguar su existencia.

La vieja fotografía nos muestra el armado de la pista de madera de Kansas City. 

La era del “speedway” tuvo su desarrollo entre 1910 y 1931. Durante esas dos décadas hubo 24 óvalos de madera, a lo largo de Estados Unidos, donde se llevaba a cabo el Nacional Championship. Estos óvalos estaban basados en los viejos hipódromos y fueron la inspiración de varios circuitos en el país del norte. Uno de los famosos circuitos, que deben este origen, es Indianápolis en 1909 con un piso de ladrillos.

Estas pistas de madera, con las curvas peraltadas a 45º, permitían llevar los autos de carrera a fondo dando su máxima velocidad. Se habla que para la década del ’10, en los óvalos de madera, se podían hacer promedios de más de 150 kilómetros por hora.

La primera de esas pistas de madera fue construida en Playa del Rey en los alrededores de la incipiente ciudad de Los Ángeles en California. Con una extensión de 1,6 kilómetros y curvas peraltadas fue el escenario de la primera carrera el 8 de abril de 1910. El éxito de espectadores fue rotundo: 15.000 personas se congregaron para ver esa primera carrera en una pista de madera.

Cada tanto se podía producir un accidente como el de la fotografía.

El ancho de la pista era de 13,7 metros con un peralte de un metro por cada tres metros de ancho. A modo de contención, el borde de la pista estaba rodeado por una viga de hierro. Parece ser que fue la primera pista en tener algo semejante. El óvalo de madera costó 75.000 dólares con tribunas cubiertas. El constructor de esa maravilla fue Frederick E. Moscovics, que llegaría a ser presidente de la Stutz Motorcar Co., y tuvo la colaboración de Jack Prince. Prince era un ex piloto británico que se había radicado en Estados Unidos y se dedicaba a construir velódromos de madera. Luego fundaría una empresa, la Prince Speedway Construction Co. Dedicada a construir óvalos de madera para autos de carrera de una extensión de media milla. Moscovics invertirá 10.000 dólares en la compra de un generador eléctrico para poder tener carreras nocturnas. Pero en 1913 un incendio devoró el circuito.

Jack Prince siguió con la idea de construir óvalos de madera de costa a costa de Estados Unidos. La Primera Guerra Mundial había estallado y la actividad deportiva se había suspendido en Europa. Ahí comienza el desarrollo de máquinas y pilotos estadounidenses. Los óvalos de madera fueron el lugar donde experimentaron pilotos y vehículos. Terminada la guerra los europeos descubrieron que los estadounidenses eran imbatibles en su tierra.

Para 1915 ya había una red de pistas de madera a lo largo y ancho de Estados Unidos. La Maywood Speedway de Chicago tenía una extensión de 3,25 kilómetros. El mismo largo tenían los circuitos de Tacoma en Washington, y la Sheephead Bay de Nueva Cork. Estas tres pistas eran las más gigantescas que se construyeron en la era “speedway” Si hubieran sobrevivido serían una de las grandes maravillas del mundo.

Carrera inaugural de la pista Beard Speedway de Beverly Hills en 1919.

Hubo una pista de madera en el costoso Beverly Hills que se construyó en 1919. Arthur C. Pillsbury fue un ingeniero civil que llevó a cabo el óvalo de Beverly Hills con la asociación de diez hombres ricos, entre ellos Cliff Durant, hijo del fundador de la General Motors y Louis B. Meyer magnate de la industria cinematográfica.

La Beard Speedway, como se llamaba, de Beverly Hills tenía una extensión de 2,02 kilómetros y ocupaba un predio de 81 hectáreas en la costosa ciudad, cercana a Los Ángeles. Tanto se valorizó el terreno que en 1924 tuvieron que venderlo. Era frecuentes espectadores de las carreras integrantes de la colonia cinematográfica de la época.

Para que tengamos idea lo que era construir una pista de madera peraltada, les diré, que se usaron más de 300.000 tablones para la Beard Speedway de Beverly Hills. Los pilares eran de 5 centímetros por 30 centímetros de secciones separadas 1,20 metros uno de otro y soportaban el piso de madera. El piso estaba formado por tablones de 5 centímetros por 10 centímetros colocados de canto. Pero estas pistas tenían su lado oscuro. El paso de los autos causaba una fricción que deterioraba la madera y producía roturas.

Vista aérea de la pista de madera de Beverly Hills.

Un piloto, de aquellos años, Eddie Miller que era de la equipo Duesenberg cuenta que “durante las jornadas de entrenamiento solían aparecer algunos agujeros sobre el piso, pero de inmediato entraban en acción los carpinteros y todo quedaba solucionado”. Pero igual el piso cedía cuando 15 autos eran lanzados a toda velocidad en esos óvalos de madera.

Según Eddie Miller “las rajaduras empezaban siendo de 8 a 10 centímetros de largo y nada se podía hacer hasta que no se agrandaran”. Cuando la rotura tenía un largo de 30 centímetros se veía aparecer la cabeza de un carpintero para reparar el piso desde abajo. Pero nunca se lograba arreglar por completo el agujero desde abajo.

Los chicos usaban esos agujeros como puestos de observación de la carrera. Más de uno perdió la vida por asomarse para ver a esos bólidos a más de 180 kilómetros por hora. Muchas pistas presentaban roturas que había que sortear o esquivar. Otro factor que podía poner nervioso a los pilotos de aquellos viejos autos eran los neumáticos. Solían desbandarse a 160 kilómetros por hora y los pilotos rogaban que la otra mitad no se rompiera para poder completar la vuelta. Además en algunas pistas el piso estaba pulido como un salón de baile. Mantener el auto en el circuito era una tarea delicada.

En esta foto podemos apreciar los pilares que sostenían la pista de madera de Beard Speedway de Beverly. 

Chocar con un nudo de alguno de los tablones era recibir una lluvia de astillas en la cara, que se incrustaban hasta el hueso. Así y todo, Eddie Miller, seguía añorando esas carreras en los óvalos de madera. Según el piloto se podría correr a más de 300 kilómetros por hora en 1968, cuando lo entrevistaron. Resulta que para correr en esos circuitos no era necesario saber manejar. Solo era cuestión de acelerar el auto y este se iba solo por el circuito. Los ingenieros lograron que la entrada y la salida de las curvas fuera lo más suave posible. Para ello usaron los cálculos de las curvas de las vías férreas. De una curva se pasa a otra hasta entrar en la recta. Así se podían entrar y salir de la curva peraltada a fondo.

Pero porqué no sobrevivieron las pistas de madera. Varios son los factores. Primero que la fricción destruía la madera en cinco años de uso. En el mejor de los casos se logró conservar la madera del piso en 7 años y medio. Segundo factor: los autos se fueron perfeccionando, en especial en el reinado de los óvalos de madera, y la conducción dejó de ser un arte. El sentido de la competencia ya no existía. Esto fue decisivo y ocasionó la muerte de las pistas de madera.  Los factores anteriores pesaron mucho más que la depresión que sufriría Estados Unidos a partir de 1929.

Lo más lamentable es que ninguna de estas maravillosas pistas de madera con curvas de 180º con peraltes de 45º, recordemos que el circuito de Monza en Italia tiene peraltes de 38º, logro perdurar en el tiempo. Hoy serían una maravillosa atracción ver esas pistas de madera y hasta una experiencia única poder recorrerlas en algunos de los automóviles actuales, a velocidades increíbles para un piso de madera sin ningún tipo de recubrimiento especial.

El piloto Frank Lockhart corriendo en la pista de madera de Atlantic City 238 Km/h en un Millar de 1.500 cm3

Quienes no conocían esas viejas pistas ahora saben de su existencia en el pasado siglo. Para los que sí las conocían, una buena excusa para recordarlas por lo que fueron para la historia del automovilismo deportivo: una maravilla. Las fotografías que ilustran esta nota fueron tomadas de la revista Automundo número 155 del 23 de abril de 1968.

Fuente: Automundo y Griffith Borgeson.

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Mauricio Uldane

5 comentarios:

  1. Me recuerda a la mítica pista de pruebas del Palacio Chrisler. Lamentablemente esa tampoco existe más!...
    Saludos

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    1. Hoy ese edificio es el Museo Renault.
      Cómo veras no solo en Argentina no se conservan algunas viejas construcciones.
      Saludos.

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  2. Lamento que no hayan publicado mi comentario de las pistas de madera en Argentina. que desgraciadamente les hice llegar como comentario en Face dado la imposibilidad en ese momento de entrar en el Blog.

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    1. Este comentario me lo envió Jorge Gayol a la página de Archivo de autos en Facebook. Se los dejo para que lo puedan leer:

      Me es imposible entrar hoy en el Blog. no se la razón pero Yahoo anda como....... El tema es que en la Argentina al menos conozco la existencia histórica de dos. Una en la terraza de la antigua fábrica Chrysler en Figueroa Alcorta (Palermo Chico," no te elegiste barrio Gorosito", de Ferey Basette) en la terraza y servia como pista de prueba de control de calidad para autos teminados de armar en cajones que llegaba de EE UU. La otra en la Avda. Constituyentes lado Pvcia., detrás del conocido gasógeno y que halla por los 30 se utilizo si como pista deportiva,para cerrarse al poco tiempo y si mal no me contaron sus tablas se utilizaron en el famoso Parque de diversiones en Retiro donde hoy se encuentra el Sheraton (¿ Parque Japones? creo que era el nombre y es nombrado en el tango Garufa.

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    2. Jorge Gayol

      Te explico algo que tal vez no sabes. Yo no tengo Internet en mi casa por lo tanto tengo que ir a un ciber para contestar mails, comentarios o armar Archivo de autos. Lo estoy haciendo dos veces por semana y desde el martes que no accedía a Facebook o al blog. Ahora, en este momento estoy en el ciber, por lo tanto voy a publicar tu comentario en el blog. Si no lo hice antes es por lo explicado. Saludos y gracias por seguir a Archivo de autos.

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