sábado, 12 de noviembre de 2016

Una camioneta Ford roja

Varias son las camionetas que tuve cuando era chico en mis amados Matchbox. Esta camioneta Ford F-100 era una de ellas y de finales de la década del sesenta. Con la particularidad, como el Mercury Cougar, que vimos el sábado pasado, de tener su eje delantero con dirección.


Dirección que se accionaba al jugar con la Ford roja. Al girar hacia la derecha o izquierda el eje delantero acompañaba el movimiento. No fueron muchos los Matchbox de los años sesenta con este sistema.


Además esta camioneta roja tiene su cúpula de color blanco removible. Algo que era atractivo para un chico de 8 o 9 años en aquellos años sesenta. Teníamos la posibilidad de jugar mucho y de imaginar situaciones.


Esta Ford F-100 tenía la caja de carga con los guardabarros por fuera. En Argentina hubo algunas versiones parecidas. Un modelo de caja de carga que parecía más antigua que el resto de la camioneta.


El estado de la pieza es bastante bueno con solo algunas saltaduras de su pintura. El tiempo a “oxidado” el frente de plástico cromado que ahora luce de un tono verde. Cosas del paso de tiempo. Recuerden que hay unos 45 años que nos separan de los juegos de la infancia.


Las camionetas Ford tenían mucha presencia en aquellos años en nuestro país. Para muchos era “la camioneta”. Ya para la época la camioneta Ford de Matchbox estaba en sintonía con la versión argentina fabricada por Ford Motor Argentina.


Eso siempre era un plus para un chico. Teníamos en nuestras manos una camioneta que podíamos ver a la vuelta de la esquina. Ese fue parte del éxito de los “autitos de colección” Buby fabricados en Argentina. Ser juguetes basados en autos locales.


La cúpula de plástico me llama la atención lo bien que soportó el paso del tiempo y mis juegos. Esos que se desarrollaban en la mesa libro de formica blanca con manchas negras, como si fuera un salpicré. Un diseño que estaba de moda en los años sesenta.


Siempre me contaron que era un laminado importado. Lo cual no tengo manera de comprobar. Lo que sí podía comprobar era la pequeña elevación que le hicieron en un fin de semana por dejar la plancha encima. Pero este “accidente” servía para jugar.


Rápidamente se convertía en un mini escenario, en especial cuando la mesa libro estaba plegada. Era una invitación a imaginar situaciones de encajaduras y otras cosas por el estilo. Pero para eso tenía una gran aliada: la plastilina.


Esa que muchos chicos de aquellos años usaron para rellenar sus autitos de plásticos, otros lo hacían con masilla que le mangaban al vidriero del barrio. Ni hablar del robo de cucharitas del cajón de los cubiertos o el pedido de bolitas de acero en el taller del barrio.


Esa plastilina de colores era la aliada a la hora de hacer un terreno para empantanar los Matchbox. En especial los que eran de batalla. Aquellos que fueron los primeros en llegar a mis manos y maltraté sin piedad.


Algunos de esos, si los encuentro, tendrán su espacio en esta sección llamada “Garaje Miniatura”. Porque sin esa previa etapa de autitos Matchbox no existirían estos que ahora podemos ver sábado a sábado. Aprendí a cuidarlos. Claro que siempre estaba la recomendación de mis padres.


Jugaban con esa segunda tanda de Matchbox, pero los cuidaba. No quitaba que el uso produjera algunas cachaduras en la pintura de sus carrocerías. Pero el estado general, pese a la cantidad de años transcurridos, es bueno.


Como siempre les digo: no soy un coleccionista, simplemente son los “autitos de colección” de mi infancia. Tuve la suerte de poder conservarlos hasta el siglo XXI lo que no es poco. Tienen un valor más sentimental que económico, aunque alguna pieza pueda tenerlo.


Según los catálogos de los coleccionistas esta camioneta Ford F-100 de color rojo es del año 1968. Así que puede que llegara a mis manos en ese año o al siguiente. No lo recuerdo. Han pasado muchos años. Si recuerdo cuando me compraron mis padres otra camioneta Ford F-100. Fue en un momento preciso y en un lugar preciso que se salía de la regla. No fue comprada en la Librería San Agustín, esa que quedaba a la vuelta de mi casa.


Pero esa pieza la conoceremos otro sábado en el “Garaje Miniatura”. Será otra oportunidad para dar una vuelta por la infancia, los juegos, la imaginación y la mesa libro del comedor de mi casa. Siempre con la colcha de planchar como “piso” para los juegos que salían de mi cabeza.


Para los que tengan ganas de ver todos los “autitos de colección” del “Garaje Miniatura”, les dejo el enlace con la página donde están todos los enlaces:


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Mauricio Uldane
Editor de Archivo de autos

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